Algunos empresarios ourensanos de la Costa Este abrieron sus negocios a pesar del estado de alarma

Los gallegos de Nueva York, preparados pero preocupados

Servando Cid Fernández, empresario celanovense afincado en Nueva York, en una visita a Ourense. (Foto: MARCOS ATRIO)
La comunidad gallega en Nueva York, y en especial la amplia colonia ourensana asentada desde el siglo pasado en la Costa Este del país, vive con preocupación y nerviosismo el paso de huracán 'Sandy', declarado de categoría uno. La gran tormenta que desde el sábado azota el centro neurálgico del país, 'se tradujo en vientos de hasta 140 kilómetros por hora y olas de hasta cuatro metros', relataba a primera hora de la mañana de ayer José Luis Rodríguez, uno de los miles de celanoveses afincados en el país.
Las calles semi-vacías y una ciudad bloqueada por el cierre del metro y del servicio de autobús desde las 21,00 horas del domingo (madrugada en España) despertaba a este emigrante de la comarca de Terras de Celanova. 'Yo vivo a menos de un kilómetro de mi lugar de trabajo, en Queens, pero otros compañeros no han podido venir a causa de la suspensión de los transportes', relataba Rodríguez, que asegura no tener miedo, aunque sí cierta preocupación. 'El sábado hicimos la compra y llenamos la despensa de leche, agua y pilas, por si acaso. Muchos supermercados se quedaron literalmente sin provisiones', reconocía.

A pesar del estado de alarma en el que vive la ciudad, Rodríguez considera que los neoyorquinos están acostumbrados y muy preparados para el paso de ciclones. 'Sobre todo en las zonas de costa, o en estados como New Jersey, donde la gente guarda maderas para tapiar puertas y ventanas'.


CLIENTES PARA COMER

Consciente de los peligros que, para la vida de los neoyorquinos y los bienes de la ciudad pueda tener el paso de 'Sandy', Rodríguez es de los que opina que 'quizás, tanta alarma sea más que nada una medida de precaución, porque más vale prevenir que lamentar'.

En la misma línea se manifestaba Servando Cid Fernández, un hostelero celanovés afincado a 15 minutos del Aeropuerto Internacional John F. Kennedy. 'Creo que han asustado demasiado, con la idea de que la gente estuviera preparada y se mantuviera en sus casas', aseguraba al otro lado de la línea telefónica, al pie del cañón en su restaurante Marbella. 'Hoy no es que tengamos mucha gente, pero sí que han venido varios grupos a almorzar'. Su apertura no era excepcional entre la colonia de ourensanos, si bien la gran mayoría de los comercios y hoteles han optado por cerrar, siguiendo los pasos de las escuelas y otros edificios públicos.

La situación más crítica, reconoce Cid, se concentra en la costa y las orillas del río, donde las crecidas de agua pueden causar graves daños y donde ya se ha desalojado a la población. 'Hay un gran despliegue de medios', concluía.

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