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Mourao, el reflejo de la disciplina militar en la vicepresidencia de Brasil

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photo_camera El nuevo vicepresidente, el general en la reserva del Ejército Hamilton Mourao.

El videpresidente, de 65 años y natural de Porto Alegre, la capital más meridional de Brasil, comparte con el nuevo presidente de Brasil su nostalgia por la dictadura militar que gobernó el país entre 1964 y 1985

El general de la reserva del Ejército brasileño Hamilton Mourao, investido hoy como vicepresidente de Brasil, es, así como su compañero de fórmula, el presidente Jair Bolsonaro, un oficial de ideas conservadoras que quiere llevar la disciplina militar al Gobierno.


El general fue uno de los principales protagonistas de la última campaña electoral debido a sus polémicas declaraciones de tinte conservador, ultraderechista, machista y racista


Levantó ampollas en distintos sectores de la sociedad al afirmar que "las familias sin la figura de padre y abuelo" y "solo con madre y abuela" serían "fábricas de elementos desequilibrados, que tienden a ingresar en bandas de narcotráfico".

También generó profundas críticas cuando declaró que uno de los "problemas" de Brasil es que buena parte de su sociedad mezcla "la indolencia de los indios" con el carácter "malandro" de los negros.

El general, de línea dura, tiene un aprecio por la disciplina del Ejército y ha manifestado admiración pública por el fallecido coronel Carlos Brilhante Ustra, uno de los mayores símbolos de la represión y la tortura durante la dictadura.

Con su llegada al poder, Brasil confirma el peso de la disciplina militar entre los altos cargos de su nuevo Gobierno, lo que para unos representa un peligro para la democracia y para otros la solución a la violencia y la corrupción.

1540766796_673001_1540766936_noticia_normalAdemás de Mourao, dos generales activos y dos de la reserva integran el gabinete de Bolsonaro, en el que también destacan varios ministros vinculados a las Fuerzas Armadas.

Mourao ya se mostró a favor del empleo de la fuerza hace dos años, cuando en medio del proceso que condujo a la destitución de la entonces presidenta, Dilma Rousseff, llegó a afirmar que el "caos" que la corrupción había generado en el país sólo acabaría con una "intervención militar".

Se refería así a la posibilidad de que las Fuerzas Armadas interviniesen para frenar lo que el propio comandante ha calificado como "grave crisis política, económica, social y moral" de Brasil por la multiplicación de los escándalos de corrupción.

En su discurso agresivo destacan también unas declaraciones en las que señaló que la elaboración de la última Constitución brasileña por representantes electos "fue un error", y defendió la redacción de una nueva Carta Magna por "grandes juristas y constitucionalistas".

"Una Constitución no necesita ser elaborada por los elegidos del pueblo. Ya tuvimos tipos de Constitución vigentes sin haber pasado por el Congreso electo", afirmó.

Mourao ingresó en el Ejército en 1972, en la Academia Militar de las Agujas Negras, en Resende, también frecuentada por Bolsonaro.

Fue instructor de la misma Academia; estuvo destinado en Angola y en Venezuela y dirigió la Sexta división del Ejército y el Comando Militar del Sur.

El general fue apartado en 2015 del Comando Militar del Sur, con sede en Porto Alegre, por haber elogiado la actuación del coronel Brilhante Ustra, y continuó con su servicio al Ejército como secretario de Economía y Finanzas, para pasar definitivamente a la reserva en febrero de este año.

En 2018 se afilió a su actual formación, el inexpresivo y conservador Partido Renovador Laborista Brasileño.

Ahora, como vicepresidente, ocupa un cargo que ha sido fundamental en la historia brasileña. Desde el fin de la dictadura, en 1985, tres jefes de Estado tuvieron que ceder su lugar a su segundo por diferentes motivos, por lo que su figura se presenta como fundamental en el futuro político de Brasil.

El vicepresidente José Sarney asumió en 1985, tras la muerte de Tancredo Neves; Itamar Franco lo hizo en 1992 tras la renuncia de Fernando Collor, y Michel Temer en 2016 después de la destitución de Dilma Rousseff.

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