La socialista Ségolène Royal, excandidata en las presidenciales de 2007 y en las pasadas legislativas, asegura en una entrevista difundida hoy por 'Le Figaro' que aunque sus últimas derrotas políticas le han supuesto una humillación de la que necesita recuperarse, no piensa retirarse de la vida pública.
'¡No me voy a meter en un convento! Reflexiono... Estoy libre, disponible... En política siempre pasa algo', indica desde Ciudad del Cabo, adonde acudió para participar en la Internacional Socialista.
La expareja del presidente, François Hollande, reconoce que para ella fue un golpe inesperado no salir elegida en las legislativas y verse envuelta en la polémica desatada por el mensaje en el que la actual compañera de Hollande, Valérie Trierweiler, apoyaba a su contrincante en esos comicios, Olivier Falorni.
'La política supone muchos compromisos y sacrificios. Sufrir una humillación como esa, bajo distintos ángulos, es violento. Interiorizo también la violencia que eso representa para mis hijos. Debo ser fuerte y seguir estando contenta por ellos. Pero no deja de ser un doble golpe', se sincera en ese rotativo.
Desde el segundo plano en el que se ha situado tras su derrota el pasado junio, Royal admite también los sentimientos encontrados que le provoca ver triunfar a compañeros de partido a los que ella ayudó a emerger.
'He impulsado a una nueva generación. Los Valls y Peillon emergieron en el congreso de Reims. Después llegó Najat, Aurélie, Delphine, Guillaume... Es una paradoja: Ellos alcanzan responsabilidades, y yo estoy hundida', sostiene no sin insistir en que ve esos logros como una 'gran satisfacción'.
A la espera de que se defina su rol a corto plazo, la que su entorno cercano define como 'gacela herida' subraya que no necesita 'un lote de consolación', pero que está abierta a las posibilidades que se le propongan.
'He hablado de todo esto con François (Hollande). Si puedo ser útil, asumiré las responsabilidades', sostiene añadiendo que para ella parar es 'impensable': 'Tengo 30 años de vida política. Es mi pasión. Como un artista, un escritor...'.
La expareja del presidente, François Hollande, reconoce que para ella fue un golpe inesperado no salir elegida en las legislativas y verse envuelta en la polémica desatada por el mensaje en el que la actual compañera de Hollande, Valérie Trierweiler, apoyaba a su contrincante en esos comicios, Olivier Falorni.
'La política supone muchos compromisos y sacrificios. Sufrir una humillación como esa, bajo distintos ángulos, es violento. Interiorizo también la violencia que eso representa para mis hijos. Debo ser fuerte y seguir estando contenta por ellos. Pero no deja de ser un doble golpe', se sincera en ese rotativo.
Desde el segundo plano en el que se ha situado tras su derrota el pasado junio, Royal admite también los sentimientos encontrados que le provoca ver triunfar a compañeros de partido a los que ella ayudó a emerger.
'He impulsado a una nueva generación. Los Valls y Peillon emergieron en el congreso de Reims. Después llegó Najat, Aurélie, Delphine, Guillaume... Es una paradoja: Ellos alcanzan responsabilidades, y yo estoy hundida', sostiene no sin insistir en que ve esos logros como una 'gran satisfacción'.
A la espera de que se defina su rol a corto plazo, la que su entorno cercano define como 'gacela herida' subraya que no necesita 'un lote de consolación', pero que está abierta a las posibilidades que se le propongan.
'He hablado de todo esto con François (Hollande). Si puedo ser útil, asumiré las responsabilidades', sostiene añadiendo que para ella parar es 'impensable': 'Tengo 30 años de vida política. Es mi pasión. Como un artista, un escritor...'.
