El socialista Antonio Costa, el líder de Portugal con mayoría absoluta

El pasado domingo día 30 ocurrieron dos hechos análogos, aunque muy diferentes, distantes y distintos entre sí. En Australia se jugó el gran trofeo de tenis que ganó inesperadamente y contra todo pronóstico Rafael Nadal. Las apuestas estaban en su contra, venía de un calvario de lesiones, de haber sufrido los perversos ataques del coronavirus y con un pie macerado por el dolor. Ni él esperaba ganar, por eso cuando le ganó la bola que le daba el partido ante Medveded, abrió los ojos con sorpresa como para darse cuenta de la realidad y después estalló en una risa entre incrédula e histérica. Desconcertado. Su mayor victoria también era la más inesperada. Mutatis mutandis como dice el adagio latino. Lo que le ocurrió a Nadal ese domingo en la lejana Australia, le ocurrió al socialista Antonio Costa en la cercana y vecina Portugal en las elecciones generales. Arrasó en los comicios, logrando la mayoría absoluta contra todo pronóstico y frente a los más sesudos sondeos de opinión que daban un empate entre los dos grandes partidos el Partido Socialista (PS) y el Partido Social Demócrata (PSD). Conviene aclarar que el Partido Socialdemócrata portugués es una formación conservadora de derechas. Equivalente a nuestro Partido Popular. No de izquierda como parece derivarse del nombre. Al igual que Nadal, el primer sorprendido fue él, el pragmático negociador Antonio Costa, antiguo alcalde de Lisboa y ministro de diversas carteras en gobiernos socialistas. Era tal su convencimiento de que no ganaba que en la última semana de campaña no se atrevía a pedir una votación mayoritaria por considerar que era una petición desmesurada. En la mente de Antonio Costa no estaba esta convocatoria electoral si no fuera por la falta de lealtad de sus socios que se negaron a aprobarle los presupuestos. En el 2019 y, antes en el 2015, hizo gala de un gran pragmatismo negociador logrando con gran habilidad articular un ejecutivo de izquierdas en coalición con el Bloco de Esquerda, Partido Comunista y los Verdes. Ahora con los actuales resultados no tendrá que negociar con nadie el nuevo gobierno. Podrá diseñarlo a su medida, sin ninguna contrapartida. Hay una palabra que había nacido y se popularizó en los años de coalición, me refiero al termino “geringonça”. Una palabra que podrá olvidar, ya que no tendrá que hacer equilibrios funambulistas para mantener el gobierno. Después de ver la geringonça que llevó a estas elecciones, los resultados dejan claro a quienes culparon los electores. EL Bloco, el Podemos portugués, fue el principal perjudicado, era la tercera fuerza con 19 diputados. Ahora la tercera fuerza en la Asamblea la tiene la ultraderecha de Chega, el partido fundado hade dos años por el militante del PSD, André Ventura que obtuvo el 7% de los votos. Menos de los que le daban algunos ondeos que le atribuían entre el 10 y el 15 % de los sufragios. A pesar de no llegar a esas cifras, el 7% puede considerarse un éxito para un líder que hace gala de un racismo descarnado y por el que ha recibido ya varias condenas. Ataca sin pudor las ayudas sociales que se presta a la minoría gitana y a otras minorías de emigrantes de las antiguas colonias portuguesas. ¿Quién es André Ventura? Según sus colegas del periodismo deportivo, se trata de un bocazas primario que como periodista televisivo se dedicaba a cantar de manera estridente los éxitos del club Benfica, el que más apoyos tiene en el panorama futbolístico portugués. Conocí a Antonio Costa en su despacho de la alcaldía de Lisboa. En las distancias cortas trasmite humanidad, cercanía y de estar ante un hombre en el sentido de la palabra bueno, que diría don Antonio Machado. Encarna un socialismo sin dogmas que rechaza los esquemas y las fórmulas abstractas. Un socialismo que se nutre de la fe profunda en la libertad, en la democracia y en la condición humana. Es un hombre de izquierda capaz de dialogar con la derecha. Es el vivo retrato del hombre tranquilo y con espíritu optimista; en contra de lo que sostienen algunos, piensa que en Portugal no existe nostalgia del fascismo de Salazar, a pesar del éxito puntual de Chega. A la vista de los sondeos, los analistas políticos consideraban que la formación de gobierno requeriría de varios meses de duras negociaciones, confiaban en la habilidad de Costa para sacarlas adelante. La mayoría absoluta fue una absoluta sorpresa. Es una rareza en la Europa de los 27 lograr una mayoría absoluta. Solo hay dos países que la tienen, en los demás hay gobiernos de coalición. Solo Grecia y Malta tienen ejecutivos monocolores. En Grecia gobierna el partido de centro derecha Nueva Democracia que obtuvo en las elecciones del pasado 2019 el 33´1% de los votos, un resultado que permitió a su líder Kyriakos Mitsotakis formar gobierno en solitario. En Malta logró la mayoría absoluta Robert Arbela al obtener 37 de los 67 diputados para el partido laborista. Hay gobiernos liderados por una sola formación política, aunque sin mayoría absoluta, como son Suecia y Dinamarca con gobiernos socialdemócratas y para sacar adelante sus políticas acuden a acuerdos puntuales con otras fuerzas. Costa lleva cuatro mandatos al frente del Partido Socialista, lo que le convierte en el líder más duradero de esta formación, a pesar de que fue elegido en uno de los momentos más convulsos del partido, al día siguiente de que su predecesor el primer ministro José Sócrates fuera detenido en el aeropuerto de Lisboa acusado de delitos graves de corrupción. A pesar de la pandemia del coronavirus que mantenía a 1´2 millones de personas confinadas la gente se apiñó en el camino de las urnas sin temor a ser contagiada. La polarización de la campaña y lo incierto de los resultados que pronosticaban las encuestas movilizaron a la sociedad. El Partido Socialista obtuvo el 42% de los votos, mientras que el conservador PSD se quedaba en el 29%, lo que deja en posición muy difícil a su líder Rui Rio, que probablemente perderá el liderazgo cuando reflexionen sobre las dimensiones de la derrota. Costa explica su victoria afirmando que los portugueses, en unos momentos tan difíciles, quieren estabilidad, certidumbre y seguridad. Y que ven en él a la persona que puede garantizarlas.