El dicho popular afirma que siempre nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Pero cuando llueve también nos acordamos del mantenimiento previo para evitar anegamientos. Y eso último ocurre en la pasarela de Outariz, que con las últimas lluvias se ha convertido en una piscina. Desde el Concello de Ourense deberían enviar a alguien para que revisara los orificios de drenaje, y así evitar que los peatones se encharquen los pies.