Desde que la Alameda ha sido ocupada por las obras de la plaza, el permitido botellón ha transformado la tierra y la zona verde en una vergonzosa imagen de Ourense. El Concello se preocupa por hacer ferias/festivales/eventos para promocionar Ourense, pero la imagen del parque por antonomasia de Ourense queda en el olvido. No hay sanciones ni prohibiciones ni avisos. Mientras los contribuyentes tenemos que ir con nuestros nietos esquivando vómito, orina, heces o botellas rotas, entre otros obstáculos, por cada rincón de nuestro parque. Quizás la solución sea cambiarle los hábitos a nuestros nietos e imponerle el horario de nuestros políticos, el domingo nos levantamos a las 12, que así estará nuestro parque limpito. Ojos que no ven, corazón que no siente.
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