El dueño de este negocio en la calle Villar de Ourense se encontró con un regalo cuando llegó la hora de abrir la persiana. Se supone que no le debió hacer mucha gracia tener que agacharse y recoger la deposición del perro en el escalón de entrada, y de seguro se acordaría del dueño del chucho, que no cumple con su obligación cívica.
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José Rodríguez
19/jun./18 - 11:50
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