Seixalbo, el cuento de nunca acabar

Si la obra llevada a cabo en la travesía de Seixalbo costó Dios y ayuda, causando molestias durante meses a los usuarios del volante, bien podían haberse coordinado con éstas de ahora para hacer las aceras. ¿Qué pasa, que se les olvidaron y las están haciendo ahora?, ¿que los peatones también tienen derecho a sufrir las obras como ya hicieron los conductores? En fin, las incongruencias de las administraciones públicas no tienen, al parecer, fin.
 
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