El pasado 10 de febrero podíamos contemplar esta imagen en la zona de la playa de la antena junto al río Miño, en Ourense.
Estos troncos quedaron arrimados a la senda que cada día comparten ciclistas y peatones por la orilla del río, pero al no estar colocados de una forma segura se convierten en peligrosos y pueden lastimar a cualquiera. ¿Se imaginan que un niño se sube a ellos con la intención de jugar y terminan rodando por esta senda peatonal? Un poco más de sentido, no estamos en medio de un bosque por donde no pasa nadie.