Los abuelos cosen mascarillas

Las personas mayores no dejan de sorprender con sus deseos de ayudar y ser útiles a la sociedad. Aún en los momentos más difíciles, aunque sean los más indefensos ante el covid-19, sacan fuerzas y se ponen a trabajar. Melanie Rodríguez, directora de la Casa do Maior Arraigo á Terra, en Punxín, tuvo que buscar una solución para sus cinco usuarios, que confinados en sus casas debido al estado de alarma, no hacían más que decirle que "querían ayudar, hacer algo por los demás en los momentos más duros, pero no sabían lo que hacer", señala. Por eso, dándole vueltas al asunto, se acordó que una de las residentes sabe coser, al igual que su propia madre, que reside en A Cañiza, y así les propuso confeccionar las tan necesarias mascarillas, en unos momentos en los que escaseaban, hasta el punto que ni el Gobierno del Estado era capaz de recomendar su uso por ese motivo. Flora Vázquez, Elena Rodríguez, Olga Fernández, José López y Lino Vázquez, además de la mujer de este último, aunque no es usuaria de la Casa do Maior, se pusieron manos a la obra. Para empezar, contactaron con una conocida tienda de telas de la ciudad de Ourense, que les aportó toda la información necesaria sobre la confección de las mascarillas con el fin de que fuesen efectivas. Así, adquirieron la tela y fue la madre de Melanie, Ángeles Doval, la que se hizo cargo de cortar al mismo tiempo que a través de un vídeo enseñaba al resto del equipo como se cosían. La iniciativa llamó la atención de los vecinos de Punxín, y alguna más se sumaba a la cadena de confección junto con otra voluntaria residente en Carballiño. El Concello de Punxín aceptó la propuesta del equipo de costureros para pagar la compra de las telas y encargarse después de la distribución de las mascarillas. En total, entregaron a los responsables municipales las primeras 940 unidades. "A partir de ahí, la gente empezó a pedirnos mascarillas, así que decidimos continuar, aunque inicialmente estaba previsto solamente para los vecinos de Punxín". La solidaridad siguió creciendo y una tintorería de Lalín, Trigo Limpio, se encarga de la desinfección, de empaquetarlas en plástico, y lo hace de forma totalmente gratuita. El siguiente pedido llegaba a través de un conocido: 300 mascarillas para una residencia de mayores de Madrid. "Aunque inicialmente hacíamos las mascarillas para los vecinos de Punxín, la gente de fuera empezó a pedirlas" PRODUCCIÓN La mensajería ya no quedaba limitada a la Cañiza y a Ourense, se amplió llegando incluso hasta la capital de España. Y siguió la producción con otras 50 unidades que solicitó otro centro geriátrico de Lalín y un segundo de Crecente, al que también suministraron gorros de protección. Después siguió el trabajo para atender la necesidad de mascarillas en una clínica de Vigo, a donde enviaron 500 destinadas al personal y también para los pacientes. En estos momentos, el equipo se encuentra inmerso en la confección de otro medio millar, pero en este caso de mascarillas infantiles, para el servicio de pediatría de la misma clínica. La edad de los cinco usuarios de la Casa do Maior Arraigo á Terriña oscila entre los 78 y los 92 años. Las mujeres son las auténticas artífices de esta cadena solidaria, y los hombres, aunque aseguran que no saben coser, echan una mano pegando gomas o dándole la vuelta a las mascarillas. Ellos insisten en que están muy contentos de poder ayudar, al mismo tiempo que ocupan un tiempo de encierro en sus viviendas al que no estaban acostumbrados. Los talleres de memoria, manualidades, los juegos o la gimnasia que formaban parte de sus vidas cuando compartían espacio en la Casa do Maior han dado paso a una constante labor que les ocupa una buena parte del día, prueba de ello es que comenzaron a trabajar en pleno confinamiento y ya han repartido cerca de 3.000 mascarillas. Melanie afirma que los abuelos están dispuestos a seguir cosiendo mientras haya alguien que se lo pida. La financiación suele correr a cargo de los demandantes, que pagan telas y gastos de envío, y también de la propia Casa do Maior, que contribuye con su aportación económica y la coordinación.