El Casino de Ribadavia

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photo_camera Plaza Mayor de Ribadavia, en la que se encontraba ubicado el Casino.

El Casino (1889) ubicado en la Plaza Mayor sobre el solar donde estuvo la casa natal del teólogo Tomás de Lemos, fue la primera sociedad recreativa ribadaviense

El Casino (1889) ubicado en la Plaza Mayor sobre el solar donde estuvo la casa natal del teólogo Tomás de Lemos, fue la primera sociedad recreativa ribadaviense. Fundado por el juez Aureliano Funes a quien los vecinos de la Villa debemos la restauración del templo de santo Domingo, entonces pasto de la incuria y la rapiña tras la Desamortización, en sus estatutos declaraba como objeto y finalidad el recreo y esparcimiento de los asociados y en la última página del reglamento advertía quedan prohibidas las discusiones políticas y religiosas y los juegos de envite y azar.Figura como presidente Celedonio Osorio, a quien la prensa del momento define cómo notable jurisconsulto, y Marcelino Orriols firma en calidad de secretario. La mensualidad era de dos pesetas, el horario de 10 de la mañana a 12 de la noche, salvo el período entre el 1 de octubre y el 31 de marzo, que será a las 11, y la cuota para hacerse socio de número alcanzaba las veinte pesetas.

Por las informaciones de nuestros semanarios lo vemos convertido en el círculo donde gravitaba la vida social de la burguesía ribadaviense en la última década del XIX. Un espacioso edificio de dos plantas donde se distribuían la sala de lectura, el salón de baile, tocador, la sala de billar, el tresillo y una espléndida terraza. Fue el local donde se cumplimentó a cuanta personalidad nos visitaba y era en su azotea donde se agasajaba con un espléndido banquete, al director de la banda visitante la última noche de las fiestas del Portal. Los bajos del inmueble estuvieron alquilados a la “Relojería de Manuel Godás” (1891) y posteriormente a la “Relojería y Taller de Compostura de Antonio Fernández”, de paso en esta localidad y por pocos días”.

El hebdomadario El Obrero (1893) comunica en sus páginas: El aristocrático círculo recreativo de la Plaza Mayor dará dos bailes en las noches de domingo y martes de carnaval. También habrá bailes en el Liceo de Artesanos. La invitación para dichas veladas la recibía el socio por correo y en el programa figuraba el orden del baile cómo sigue: Wals, Mazurka, Rigodón, Polka y Danza, al final y como broche, siempre, la Muiñeira. Estas tarjetas participando los actos se remitían con motivo de los festejos locales, ocasión en la que se iluminaba profusamente la fachada y todas terminaban con el mismo aviso. El baile empezará a las diez en punto.

Sin embargo cuando las circunstancias lo demandaba se organizaba, fuera del calendario establecido, un baile comme il faut. El mencionado juez Funes, que tan grata memoria dejara en la Vila tras su marcha en 1891, se detenía en Ribadavia para saludar al vecindario cuando sus quehaceres profesionales lo trasladaban a Vigo. En agosto de ese mismo año El Obrero informa que don Aureliano, camino de Mondariz, pernoctó en Ribadavia. En la estación fue recibido por el alcalde, señor Gallego; el capitán de la Guardia Civil, señor Porto, e infinidad de personas que lo acompañaron hasta La Fonda del Miño, donde se hospedó. Le ofrecieron una brillante serenata, que favoreció el paseo en el Progreso. Al terminar el señor Funes obsequió a sus amigos con pastas, champagne y habanos, (…) y la directiva de la sociedad acordó que a su regreso del balneario se dará en su honor un baile de etiqueta en el Casino.

M. Meruéndano Fermoso, en sus amenas Efemérides Locales, al hablar de este centro le llama siempre El Casino de Caballeros, lo que nos lleva a pensar que la presencia femenina era testimonial o meramente puntual, como señalan las crónicas cuando reseñan los bailes de rigurosa etiqueta a los que asistía lo más selecto de la aristocracia ribadaviense.

A comienzos de siglo XX (1902) se disuelve el Casino de esta villa, surgiendo con los mismos estatutos y en la misma vivienda La Tertulia. Su primer presidente fue Darío Meleiro, el secretario Eduardo G. Penedo y Zacarías Rodríguez el conserje. Se mantendría hasta comienzos de los años veinte y fiel continuadora del espíritu elitista del Casino, cultivó un clasismo del que daban continua referencia las páginas de nuestros periódicos: El domingo último se reunieron en “La Tertulia” los jóvenes de la buena sociedad que allí concurre habitualmente.

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