La mayor parte de las ferias de la provincia de Ourense han sido suspendidas y entre las más importantes solamente aguanta el tirón la de Ribadavia. Había sido la primera en celebrarse tras el confinamiento y, de nuevo ayer, más de cien vendedores ocuparon la zona de A Veronza.
La Asociación Galega de Ambulantes Autónomos pone a este Concello, cabecera de la comarca de O Ribeiro, como modelo a seguir en cuanto a organización de la feria. El portavoz, Iago Vázquez, declaraba que, si bien "la actividad comercial no está suspendida, quien la suspende son los concellos, son los que nos están diciendo que no podemos trabajar pese a tener autorización".
Ayer eran las autoridades municipales de Xinzo quienes tomaban la decisión de prescindir de su feria quincenal. Pese a no tener restricciones sanitarias específicas decidían limitar al máximo la movilidad en la villa. En días pasados también lo hizo Castrelo de Miño, que con una feria al mes apuntaba el alcalde, Avelino Pazos, que sería difícil seleccionar el 50% de los puestos, "otra cosa sería si fuesen dos ferias que nos permitirían dividirlos, pero en esta situación de aumento de contagios lo primero es la salud y aquí no tenemos policía local para controlar el cumplimiento de las normas".
Iago Vázquez apuntaba a otras que ya no se celebran como la de Ourense, Cartelle, Celanova, Vilavidal (Ramirás), Verín, O Barco, A Rúa, Maceda y Carballiño. En el caso de este último concello, ya se había suprimido la feria del pasado día 16, "por el incremento de casos", apuntan los responsables municipales, y antes de las últimas restricciones con las que ya han quedado prohibidas.
Todavía se mantienen algunos de estos tradicionales mercados en localidades más pequeñas como en Avión, en donde no pasan de los 15 puestos o Maside de los seis, mientras la asociación está a la espera de saber si podrán ir a la de Bande, prevista inicialmente para el próximo día 28.
Los vendedores ambulantes se quejan de que los concellos les impiden trabajar al suspender ferias
El Concello de Ribadavia llevó a cabo importantes cambios cuando organizó la primera feria tras el estado de alarma. Los puestos se trasladaron desde el centro a un entorno amplio en el que cada vendedor queda separado del siguiente por un vehículo y una distancia de tres metros y medio, al mismo tiempo que la Policía Local vigila el cumplimiento de las normas.
Ayer no hubo mucha gente, pero "por lo menos nos dejan trabajar aunque haya pocos clientes", apuntaba uno de los feriantes. Lo que sí tuvo aceptación fueron las flores con vistas a la celebración de Todos los Santos.
Iago Vázquez quiere hacer un llamamiento a los concellos para que se esfuercen y les permitan trabajar, porque también "están privando a los vecinos la compra de productos de la feria cuando no hay ningún problema si se habilita el lugar adecuado, aunque sea en las afueras, y se evitan aglomeraciones. Los concellos no nos pueden prohibir el derecho que tenemos a trabajar porque les es más fácil suspender las ferias que organizarlas bien, como hace Ribadavia, que es un modelo a seguir".
El alcalde de Ribadavia, César Fernández, apuntaba que "cuando entramos en la fase 2 cambiamos la ubicación para ofrecer las garantías de distanciamiento. Así que lo tenemos bien preparado".
