El granizo dañó 190 hectáreas en O Ribeiro, según la Xunta

Destrozos en un viñedo ecológico del concello de San Amaro (Carballiño) (MARTIÑO PINAL).
photo_camera Destrozos en un viñedo ecológico del concello de San Amaro (Carballiño) (MARTIÑO PINAL).
Medio Rural y productores llaman a asegurar los terrenos ante el aumento de incidencias climáticas

El conselleiro de Medio Rural, José González, en su visita a O Ribeiro, estimó ayer una superficie afectada de 190 hectáreas de viñedo, 60 de ellas de forma grave, al perderse más del 15% de su cosecha. La Xunta considera tres epicentros del desastre: Gomariz (Leiro), Riobó (Cenlle) y Pazos de Arenteiro (Boborás). La alcaldesa de Boborás, Patricia Torres, añade Laxas, Liñariños y Salón, donde “la piedra caía con mayor diámetro y fuerza”. Los técnicos de Medio Rural asesoran ahora a los productores para perder la mínima producción, y el conselleiro les pidió un esfuerzo “para que sexamos capaces de ter a maior superficie posible asegurada” a medio plazo, y minimizar las consecuencias de episodios como este.

En cambio, Juan Manuel Casares, presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribeiro, bajo la que se agrupan 1.300 hectáreas de viñedo, sostiene que pasarán varios días antes de tener una estimación real de los daños. “Hace unos meses, en otra DO gallega (la de Ribeira Sacra, donde quedaron arrasadas 40 hectáreas y se tasaron las pérdidas en medio millón de euros) ocurría un incidente semejante, y se habló de implementar medidas. Ante episodios similares, solo pedimos medidas semejantes”, sentencia ante la falta de compromisos de ayuda por el momento.

Andrés Rodríguez, presidente de Viña Costeira, bodega  que gestiona 400 hectáreas, explica que cuentan con alrededor de 50 hectáreas afectadas, en las que se alternan fincas aprovechables y producciones destrozadas. La gran nevada de 2017 les motivó a contratar un seguro colectivo con el que cubrir su producción porque “con el cambio climático, la cosa se pone cada vez peor”. Este año, explica Rodríguez, “la uva está tan verde que no se puede aprovechar”. 

Por fortuna, buena parte de las cosechas de la provincia se salvaron de los efectos del granizo. Desde Bodegas Gallegas explican que sus viñedos evitaron males mayores porque “la climatología de la comarca es muy variada. Esta característica ayuda a que no todas las áreas se vean afectadas por los temporales”. También logró salvarse Lar do Merens, de Castrelo: “Aquí llovió y nada más”, celebran. Y desde la bodega Ramón do Casar, uno de sus promotores, Javier González, explica que “no hemos sido afectados”. Este año han decidido no asegurarse, y explica el motivo: “El valor añadido que tiene el vino una vez se embotella como DO Ribeiro, eso no te lo cubre nadie, así que el daño es muy grande igual”.

Los monjes obran el “gran milagro” en Pazo Tizón

Pedro Paz compró en el año 2000 la mitad de su aldea natal, Liñariños, en Boborás. El lote incluía al Pazo Tizón, donde ya no quedaba ninguna bodega tras un pasado histórico brillante: durante la Edad Media, sus viñedos habían sido muy apreciados. Y este espacio, en el que produce hoy día gran cantidad de vino, logró salvarse de la granizada. “Nos hemos asustado, pero por fortuna casi no afectó a la Finca Liñariños. Hay algunos racimos afectados, pero usamos un cicatricante con ellos, como cuando una persona está herida, y los recuperaremos”, celebra. “En fincas colindantes sí hubo daños grandes, nos hemos librado”, matiza. Tampoco sortearon la incidencia los coches aparcados en la zona, con marcas de abulladura en su chasis. “Somos una zona privilegiada para el viñedo, con microclima”, explica Paz. Atribuye este “gran milagro” a los monjes, antiguos dueños del pazo: “En el clúster sabían lo que hacían. Se nota la diferencia en la viña si plantas a cien metros de distancia”.  Lo más curioso es que el granizo, que rompió cristales del pazo, no afectó al viñedo, donde “vi caer un granizo lento y desperdigado”, concluye. Por fortuna, su vino solo le hace llorar por los éxitos conseguidos, como cuando ganó el premio a la mejor cata oficial de O Ribeiro y no pudo contener las lágrimas.

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