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Ribadavia y la única alcaldesa del 36

photo_camera Familia Gómez González en la boda de una hija, en 1924. (FOTO: CHAO)
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En la década de los sesenta del siglo XX, la prensa escrita abre un interesante debate sobre quién había sido la primera alcaldesa en el territorio estatal. En seguida, una vorágine de noticias invade los medios locales de comunicación, reivindicando para sus localidades las mujeres que, a su juicio, estaban en disposición de detentar aquel honor. Afloraban candidatas por doquier. Incluso, algún diario nacional publicaba que, en la provincia de Cuenca, ya en 1933, el 15% de sus ayuntamientos había estado presidido por alcaldesas.

Movido más por el afán provincialista que por la propia certidumbre, un periódico regional gallego, tampoco dudó en reclamar para María Purificación Gómez González aquel título honorífico. Y, si bien su iniciativa de ninguna manera podía prosperar porque no se ajustaba a la realidad de los hechos, al menos, no cabe duda de que sirvió para sacar a la luz lo que era incuestionable. Aquella política, afiliada al partido de Azaña, que había presidido el Consistorio de A Cañiza en 1936, era, en el instante en que se produce el alzamiento, la única alcaldesa de Galicia.

Hoy ya no es un enigma. Lo que resulta, sin embargo, novedoso es observar cómo sus parientes más próximos, a pesar de tener un origen foráneo, residían cerca de ella, en concreto, en Ribadavia. Y, en un escenario político confuso, primero viven, con preocupación, el momento en que toma el bastón de mando de la alcaldía; luego, sufren con dolor, las consecuencias de cómo se precipitan los acontecimientos.

A nadie puede sorprenderle, entonces, que, tan pronto como comienza a representarse el drama de la guerra fratricida, el papel de la familia adquiera un protagonismo relevante. Sin su presencia, tan sólo cabía un final… la tragedia. Es cierto que el padre, Vicente Gómez Sánchez-Campis, era originario de Bélmez. Había llegado a Galicia en las postrimerías del siglo XIX con el primo, Jorge Alcántara, para construir el tramo ferroviario de Carril a Pontevedra. La prueba está en que es, en este período, cuando contrae matrimonio con María González, hija del médico homeópata, Joaquín González Piñeiro, a la que había conocido en Caldas de Reis. Y, también es verdad que, tras el enlace matrimonial, los recién casados viajan a aquel municipio cordobés en el que nacen dos de sus hijas, María Amalia y María Purificación, bautizadas en la esbelta catedral de Córdoba. Pero la realidad es que, en poco tiempo, regresan a Galicia.

Se instalan en Vigo y, tras una breve estancia en la ciudad olívica, la familia se establece a orillas del Avia. Aquí Vicente desempeña el puesto de ayudante del jefe de la primera sección de Vía y Obras del ferrocarril en la línea Vigo-Orense. Luego, tan pronto como, en 1914, Marcelino Orriols se jubila, ocupa su puesto. Definitivamente, los Gómez González echan raíces en esta localidad. Una de sus hijas, Amalia, contrae matrimonio con José Chao, hijo del empresario y exalcalde de la villa, Luís Chao Sobrino, en el mismo año en el que se constituye la Compañía Telefónica.

Este hito de la comunicación, formará parte de sus vidas. En 1928, coincidiendo con la apertura de la telefonía a países americanos, inmortalizada por la conversación telefónica mantenida entre Alfonso XIII, y Coolidge, presidente de Estados Unidos, se inaugura, en presencia del Administrador de la Compañía Telefónica Nacional para Ourense y Pontevedra, Manuel García Cortés, y del presidente de la Diputación provincial de Ourense, Julio Rodríguez Soto, la central telefónica en Ribadavia regentada por "aquella chica del cable", Amalia.

Su otra hija, María Purificación, se casa con José Ares Sánchez. Y, tan sólo dos años después de que su marido ocupase en propiedad la plaza de maestro en Parada, un pueblo de A Cañiza, se afilia, con 29 años recién cumplidos, al nuevo partido, Izquierda Republicana, fundado en 1934 por Manuel Azaña. En un abrir y cerrar de ojos, casi sin percatarse, tras las elecciones de 1936, preside el gobierno local con el apoyo del Partido Socialista. Se  convertía así en la única mujer que, en aquel instante, es alcaldesa en un ayuntamiento en Galicia.

Le toca lidiar con un panorama político complicado. España estaba fracturada. Y, en un escenario de este tipo, cumplir con las disposiciones gubernativas, no era más que escribir una crónica anunciada. A los tres días de producirse el alzamiento militar, guardias de asalto de Pontevedra irrumpen en la Casa-Ayuntamiento de A Cañiza. Cuando se encuentran con 39 escopetas, 3 pistolas y 800 cartuchos de caza, inmediatamente, la detienen y la conducen a la prisión de Ribadavia.

La familia no escatima esfuerzos para ponerla en libertad. Incluso acude al párroco, José María Quiroga López. A pesar de declarar que la edil nunca había obrado en contra de los dictámenes de la Iglesia, su testimonio no fue suficiente para evitarle el Consejo de Guerra. Sólo, in extremis, el alegato de un posible embarazo le permitió, primero esquivar la pena capital, y luego conmutar la condena por cadena perpetua. Los cuatro hijos, que habían quedado a cargo de sus padres, habían sido su auténtico salvoconducto.

Entretanto, la puesta en marcha de las obras que unían Vigo con Madrid por Zamora, llevó a sus progenitores a fijar su residencia en la capital zamorana hasta principios de los años cuarenta. La muerte de su madre precipitó la jubilación de Vicente, y el regreso con sus nietos a las tierras del Avia. Tres generaciones de los Gómez viven en la villa ribadaviense, esperando la vuelta de "María", que cumplía condena en la prisión central de mujeres, habilitada en el antiguo seminario de Mutriku. Allí, en el penal de Saturrarán, había redimido un total de 790 días ejerciendo de corresponsal del periódico "La Redención", conocido popularmente entre las presas como "La Bola" debido a la amputación a la que la censura sometía la información.

Hasta 1943 no obtiene la libertad, pero la historia ya se había ocupado de escribir su nombre con letras de oro en el listado de las mujeres gallegas inmortales.

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