Ourense no tempo

1965: la ciudad se reinventa

El nuevo centro, en 1965.
photo_camera El nuevo centro, en 1965.
Todas las ciudades tienen momentos que marcan de manera "brusca" su desarrollo; en Ourense, el más significativo creo que es el que muestra la fotografía superior. 

Finalizando los 50, Blanco Amor publicaba "A esmorga", en ella se dibujaba un pueblo con unas vivencias indeseadas y un trágico final, quizás para impedir que surgieran otros Cibrán, Bocas y Milhomes, Ourense decide dar el paso definitivo de pueblo a ciudad, desterrar las lagunas donde se podía ahogar un hombre, dar luz a todas sus calles y levantar los edificios de tal manera que no se pudiera entrar en ellos sin permiso. 

Desde luego que no debemos pensar que este tipo de actuaciones se pueden desarrollar en un año concreto, esta transformación, sin miedo a "estirarlo", comenzó desde aquellos finales de los 50 y llegó hasta bien entrados los 70. Fue el período que mi amigo Manuel Domínguez (www.canedo.eu) tan acertadamente definió como el de "vorágine" constructiva". 

Por todas partes crecía la ciudad, nacían nuevas calles, y en ellas los primeros edificios. En muchos casos, los compradores y por tanto impulsores de este crecimiento eran nuestros emigrantes, aquellos que con tantas esperanzas cogieron su maleta de cartón y se fueron a trabajar por un futuro (pero eso es tema de otro día). Como decía, todos los barrios crecieron, o casi “nacieron”, porque en donde había unas cuantas casitas de repente surgieron edificios de cinco, seis, siete… alturas. Ese fue el comienzo de San Francisco, la avenida de Portugal, la de Santiago, la de Zamora y Ervedelo entre otras. 

Pero sin duda, uno de los cambios más visibles fue en el que llamamos hoy centro: San Lázaro, La Habana, Curros Enríquez, Celso Emilio Ferreiro, Valle Inclán, Juan XXIII, etc...

La fotografía que podéis ver directamente en Europeana y Galiciana no es para dar un simple vistazo; es de las que tienen mucha "miga" y merece vuestra atención. La Torre, aún en construcción, se veía sola en aquellos momentos, todos los edificios que hoy la intentan arropar, tanto por Juan XXIII como por La Habana, tenían que esperar un tiempo aún; de hecho, a pesar de que no consigo verlo, creo que por ahí estaban las canchas del Club de Tenis; el taller de coches del amigo Cabo y la vieja panadería del Cartao no alteraban su ritmo a pesar de tener tal monstruo delante. La fachada a Curros Enríquez se preparaba para despedir a varios edificios que en su tiempo fueron emblemáticos: primeros concesionarios de autos (en el edificio que lo sustituiría se iba a instalar una sastrería con mucho futuro: El Faro, ¿os suena?, quizás mejor por Adolfo Domínguez…), un chalé que aún produce sentimientos encontrados (allí estuvo la Jefatura Provincial de Movimiento y una de las primeras salas de fiestas de la ciudad, El Retiro). ¡Bueno!, los entendidos sin duda sabrán ubicar también el mítico Coralin, pero yo al menos no lo veo (me lo tapa el edificio que se estaba construyendo en la esquina de Cardenal Quevedo, donde muchos recordamos la juguetería Rober.

Si me lo permitís, os recomiendo que fijéis vuestra atención en el entorno del Colegio Maristas, la calle aún a medio urbanizar, los baños que tenían en la entrada, aquella que era de tierra y en invierno suponía una penuria para los zapatos de los alumnos, la viña que después se agregó para poder edificar el pabellón del colegio. Las casas de Bedoya que crecían desmesuradamente... ¡Ah! y otro detalle: en la imagen no se puede ver la céntrica Juan XXIII, por el encuadre, pero también por otra poderosa razón: aún no existía…

Otra anécdota podríamos recordar para marcar el fin de este periodo: a finales del 67 dos jóvenes promesas de la canción actuaban en nuestra sala Auria y al día siguiente se veían obligados a retrasar su marcha por el mal tiempo; así, casi sin querer, en una habitación del hotel se pusieron a componer un tema sencillo. Ellos se llamaban Manolo y Ramón (el Dúo Dinámico), y aquel tema no fue otro que el "La, la, la" que Massiel encumbró al número 1 en Eurovisión. Lo que más llama la atención y quizás sea indicativo de los momentos de esplendor que vivía la ciudad, es que siendo tan escasa la oferta hotelera, hasta tres establecimientos cuentan en su anecdotario el ser cuna de esta canción. Hotel Parque, el Barcelona e incluso el San Martín, aunque este último se inauguró oficialmente en julio del 68…

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