Recuerdos de la avenida de Buenos Aires

Avenida de Buenos Aires a la altura del cuartel de la Guardia Civil. (Foto propiedad de Benito Garrido).
photo_camera Avenida de Buenos Aires a la altura del cuartel de la Guardia Civil. (Foto propiedad de Benito Garrido).
Tendré que recuperar en el futuro esta calle, porque son muchos los detalles que quedan por contar

Hace un tiempo escribí de esta calle, si bien prácticamente me limité al primer tramo, el hoy llamado Concordia. Después del obligado recuerdo a los cambios de nombre, hoy me dedicaré al tramo de la avenida de Buenos Aires.

Nació como una carretera, y partía desde la mismísima calle del Progreso. En aquellos tiempos se la conocía como Carretera de Trives, para pasar a llamarse del Hospicio después de que en 1854 se inaugurara el de Isabel II (donde hoy está Hacienda).

No gustaba ese nombre a los ourensanos, y siguieron llamándole mayoritariamente de Trives, hasta que en 1913 (2 de noviembre) a petición de los emigrantes en la capital Argentina se descubren las placas que la van a denominar avenida de Buenos Aires.

Seguían así unidos los dos viales, sin quedar claro que todo el trazado compartiera el nombre, ni siquiera hacia dónde llevaba... se puede encontrar en planos antiguos como dirección a Valdeorras, Ponferrada e incluso había quien le llamaba carretera de las Mercedes.

Vino al final “o abade de Beiro” “a desfacer o entuerto”: el 16 de septiembre de 1935 se descubre la lápida que da el nombre de Basilio Álvarez a la antigua avenida de Buenos Aires, es en este momento cuando supuestamente se crean las dos calles. El corte es el cruce con la calle Santo Domingo.

El comienzo de la vía pasaría a homenajear al capitán Eloy González Martín en 1938, para denominarse Concordia desde noviembre del 2007. Y el otro tramo sería sin cambio, desde el 35, avenida de Buenos Aires.

Calle utilizada como paseo por los señoritos de la ciudad, al estar sombreada por multitud de árboles lo que hacía muy agradable llegarse hasta el final, donde esperaba el Mesón del Perdigón (en la Rabaza); allí eran frecuentes buenas meriendas, regadas con frescos porrones de cerveza y gaseosa (costumbre que aún se mantiene en los merenderos de Oira).

No fue de las primeras vías en cubrirse de edificaciones, sino que más bien conservó su aire rural. Hasta hace bien poco se podían ver grandes extensiones de viñedo, que justificaban el texto de don Vicente Risco en el que nos recordaba la vista y aroma que ofrecían “las uvas colgadas como perlas ambarinas” en todas las casas de la zona.

Dos fueron los edificios que presidieron la calle durante muchos años: el Asilo de Ancianos y el Cuartel de la Guardia Civil. Pero a poco que nos fijemos en la historia de la calle, el nombre de Daniel Vázquez Gulías surge en cada cruce. Pero vayamos por partes, a mediados del siglo XIX la calle se convierte en uno de los puntos más seguros de la ciudad, al ubicarse en ella la casa-cuartel de la Guardia Civil (hacia el nº 80 actual). En 1887 se estrena el Asilo de Ancianos Desamparados, fundado por el obispo Cesáreo Rodrigo (1875-1895). En 1884 llegaban las Hermanitas de los Pobres a la ciudad para poner en marcha el asilo residiendo inicialmente en Hernán Cortes hasta que pudieron inaugurar el edificio (actualmente plaza de San Antonio y edificios limítrofes). Para la capilla hubo que esperar a que en 1894 se empezaran a recibir donativos de material y dinero para su construcción; el altar se colocó en 1896.

Algunas buenas casas ya se hicieron en esa época, pero fue en los inicios del siglo XX cuando el estudio de Gulías comenzó a recibir constantes encargos de proyectos para la zona.

El primero, datado en 1908, es la casa de Joaquín Suárez (km. 161 de la carretera de Ponferrada), que años más tarde (1919) el propio Gulías modificaría dotándola de dos alturas. A partir de ahí, cada año aproximadamente se estrenaba una nueva casa con la firma de don Daniel, aunque en 1916 fueron tres los afortunados nuevos residentes en viviendas firma Gulías, todo un lujo. A pesar de que la calle evolucionaba, hubo que aguardar hasta 1924 para que el alumbrado público permitiera llegar “lucido” desde las Mercedes hasta la Rabaza.

Sin entrar en valoraciones, uno tras otro los hermosos chalés fueron cayendo. Al principio se hicieron frecuentes remodelaciones, pero llegó un momento en que se decidió incrementar las alturas y toda la calle se rehízo. El último en desaparecer, si no me equivoco, era el conocido como “Villa Argentina” propiedad del empresario Constantino Añel.

“La Villa Argentina (se llamaba así) estaba en la avenida de Buenos Aires, hacía esquina con avenida de La Habana, y por detrás llegaba hasta al Camino Caneiro. Había flores y gran cantidad de cepas de viñedos, que subían por columnas de hierro y alambres formando largos pasillos en diagonal desde el chalet. El chalet era de color rojo oscuro (ladrillo) con líneas blancas.

... los que vivíamos detrás nunca lo olvidaremos. Su muro posterior era ‘nuestra portería de fútbol’... hasta que urbanizaron el camino Caneiro”.

(Descripción hecha por Alfonso Blanco desde Lleida).

Tendré que recuperar en el futuro esta calle, porque son muchos los detalles que quedan por contar, desde los juegos que la escasez de tráfico permitían en medio de la calle -fútbol, bicicletas, canicas-, hasta los muchos negocios que en ella se instalaron: desde el “multi” negocio de Dacal, que lo mismo era estanco, que bodega o almacén de harinas, cuando no ultramarinos; la fábrica de chocolates de Hijo de Ildefonso Santiago; la academia militar del capitán Alonso, o el laboratorio farmacéutico del doctor Vidal, donde elaboraba su fórmula X2.

Mi agradecimiento al amigo Benito Garrido por facilitarme fotografías y datos que me han permitido hacer este artículo.

Te puede interesar