TRADICIóN

Batallas de Flores, las de antes

Coche a medio engalanar 1933
photo_camera Coche a medio engalanar 1933

Desde 1906, en que se tiene noticia de la primera, hasta el pasado año, las Batallas de Flores siempre fueron uno de los números más esperados por los ourensanos en las fiestas de la ciudad 

El primer programa de fiestas localizado de la ciudad de Ourense en el que aparece la Batalla de Flores es del año 1906; “batalla” que se desarrollaba desde carros tirados por bueyes sobre los que señoritas muy jovencitas, supuestamente guapas y de “buenas familias” lucían su palmito, disfrazadas de acuerdo con el motivo elegido y siempre con trajes de estilo, digamos, romántico y muy femenino, diseñados también por los autores de la carroza y confeccionadas por las modistas y costureras particulares de las jovencitas, en el que el blanco es el color casi obligatorio. “Lo pasábamos muy bien mientras hacíamos las flores, casi mejor que en el desfile. Era como un guateque porque también había chicos”, recuerda una de las participantes. Por aquellos tiempos, la Batalla comenzaba a las cinco de la tarde y siempre en la entonces calle del Progreso, hasta 1936, y del General Franco a partir de la posguerra. Sigue celebrándose la Batalla durante los años 1908, 1911, 1912, 1915, hasta 1936, en el que la desdichada guerra deja a los ourensanos sin fiestas y, por tanto, sin Batalla de Flores. No volverá a celebrarse hasta 1948, y ya no se interrumpirá, alcanzado su máximo esplendor a finales de los años cincuenta, sesenta y los setenta, en los que llegan desfilar hasta 17 carrozas de gran belleza.

El nombre

El nombre de batalla, un tanto agresivo, se debe al hecho de que entre las señoritas que ocupan las carrozas y el público que las observa desde las aceras y los balcones, se mantiene “una feroz guerra” de serpentinas de papel de colores, en la que se establece un sutil coqueteo cuando el espectador es un chico joven.

Un jurado de ilustres de la ciudad, a los que se le supone buen gusto, decidían los premios a las mejores carrozas, consideradas así por “por su gusto y arte”, y a las que se les exigía “originalidad y vistosidad”, justo las cualidades que faltaban en las Batallas de Flores de los últimos años.

Con el tiempo, y la irrupción del automóvil en los años veinte y treinta del siglo XX, los carros tirados por bueyes fueron sustituidos por automóviles privados adornados, y aparecen las grandes y espectaculares carrozas montadas sobre camiones. En 1958, el Ayuntamiento subvencionaba las carrozas con 4.000 pesetas, cuando los organizadores se gastaban un mínimo de 10.000, de las que 1.000 se iban en el alquiler del camión que las transportaba. Durante los años sesenta, el empresario Eduardo Barreiros se convirtió en el principal patrocinador de las Batallas de Flores ourensanas. En 1961 hubo un intento de rentabilizar el espectáculo más aceptado de las fiestas, abriendo el desfile con una caravana comercial, experiencia que no volvió a repetirse.

Artistas de carrozas

Poco a poco, a las batallas, en vista del éxito que las convirtió en el acto de las fiestas más esperado y aceptado por los orensanos, se le fueron añadiendo los cabezudos; las reinas de las Fiestas, infantil y adulta; la Banda de Cornetas del Regimiento, y en los años sesenta un grupo de majorettes francesas que causaron gran revuelo en la ciudad con sus minifaldas y su provocadora manera de desfilar.

Federico Alonso Martínez Risco, Antonio Fraga, Perfecto Alonso, Juan Rodríguez Porto, Juan Alberto Fernández, Miguel Suárez, José Alberto Gallego, Andrés “el peluquero”, Edelio Martín, Piñeiro “el marmolista” y Valcárcel fueron algunos de los “artistas” que proyectaron carrozas espléndidas, a las que ponían títulos tan sugerentes como “Lámpara de Aladino”, “Camaleon”, “Marea del siglo”, “Gusanos”, “El Cisne”, “Quijote”, “Abanicos”, “Piano de cola” y otros. La calidad de las Batallas de Flores ourensanas consiguió fama y prestigio en toda Galicia. A partir de 1967 comienzan a participar en batallas de Vigo, Pontevedra y Villagarcía de Arousa.

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