Comienza la historia del Paseo

Paz Novoa, Vicente Pérez, José Antonio, Calvo Sotelo, Fermín Galán y posiblemente alguno más han sido quienes en algún momento de nuestra historia dieron nombre a la que todos conocemos con el sencillo nombre de calle del Paseo. Cuando el Concello encargó al ingeniero Sr. Trompeta el diseño de esta calle, se buscaba alargar el trazado de lo que entonces era la calle Mayor de Ourense, la rúa Nova (actual Lamas Carvajal). La alta sociedad ourensana demandaba más espacio para residir en “el centro”, y los comerciantes querían establecerse en su entorno para asegurar sus ventas. Con la decisión tomada acerca de la necesidad de su ampliación, solo fue preciso convencer a don Juan Igneson de que cediera su antiguo caserón, ya que era la única construcción existente en todo el trazado hasta el campo de la Feria (San Lázaro); para que os situéis, imaginad una casa en medio de la calle delante de la Casa de los Lentes. Pocos son los abuelos que recuerdan los comienzos de esa calle. Fincas a un lado y a otro, que poco a poco alcanzaron valores insospechados. El Obispado construye lo que hoy es Subdelegación de Defensa (antes Colegio Marista, Gobierno Militar, Hospital de Emergencia en la gripe del 18 y colegio Concepción Arenal); a su lado, los rectores del “sindicato” deciden la construcción del edificio que precisaba el Circulo Católico de obreros para poder abandonar las deterioradas instalaciones que ocupaban en el viejo Hospital de San Roque, y acto seguido comienzan a proyectarse edificios de viviendas en el entorno. Primeras obras en la calle. Se construía el edificio de Felipe Santiago (muchos lo recordáis por el de La Región); una de las pocas casas que ya estaban es la que vemos enfrente, hoy está a punto de ser remodelada. Ahí estuvo Villar Foto desde 1928. (Fotografía cedida por Boris Blanco, DEP, y Manuel Ron.) En un principio parece ser que no se consideró la calle en su totalidad a efectos de normativa constructiva, teniendo el primer tramo (San Miguel, Concordia) limitación -que aun hoy conserva en gran medida- a dos alturas: la casa de Felipe Santiago (después La Región), la de Nova Galicia Banco (esquina Cardenal Quiroga), etc. Y en el segundo tramo (Concordia, San Lázaro), aunque existió el intento de que estas fueran tipo chalé, o al menos que no sobrepasaran las dos alturas, no prosperó debido a la poca rentabilidad que este modelo proporcionaba, y escasos fueron los edificios de ese estilo que llegaron a existir. En la memoria de muchos de nosotros aún esta el Chalet Losada (edificio Viacambre), y el que fue casa del doctor (luego Banesto y Aporsa), al lado del antiguo Banco de España. Existe también un caso singular de edificio de una sola altura de vivienda, que sigue en pie (en breve crecerá); el que albergó Villar Foto, y muchos aun recuerdan el viejo garaje de la Chevrolet. Finalmente la tipología del segundo tramo de la calle en su primera época fue la de bajo y cuatro alturas, con algún furtivo ático retranqueado, convertido en reino de algún primogénito afortunado. De estos, por suerte, aun podemos disfrutar varios ejemplos, como la casa de los Calvo, enfrente de la salida de las escaleras de Paz Novoa, que con su fecha en la fachada no deja duda de su antigüedad: 1918, y muchos edificios de los situados en la acera de enfrente. ¿Quiénes se acuerdan? Calzados El Modelo, en la esquina de San Miguel; Layton, Celestino Chavalín; las cafeterías La Marquesina, La Bilbaína, Café Moderno, el Madrid, el París, El Cortijo, La Ibense, la impresionante Sala Auria; el Hotel Miño, la ferretería de Perille, los almacenes de Román, los de Felipe Santiago (en los dos estuvo La Región). El Teatro Losada, el Cine Pinacho (no citaré los tres o cuatro nombres que tuvo). Y tantos y tantos nombres que seguramente se os vienen a la memoria: Windsor, Hentschell, Tobaris, Oriente, Jesús Lago, Empresas Reunidas, Barreiros Diesel. Faltan tiendas de moda, de ultramarinos... ¡ah! y una especie en vías de extinción en la actualidad: los bancos. Por haber, hasta podríamos decir que hubo un circo: don Secundino Feijoo montaba su carpa en la esquina de Concordia, unos años en el edificio Aguirre y, según parece, otros en el de enfrente, que entonces los dos eran solares. Pero... seguid vosotros.