Paco Madrid, de Úbeda a Ourense

Hoy nos visita otro “Inmortal” ourensano, aunque realmente lo fuera de adopción. Os hablo de Paco Madrid (Úbeda, Jaén ¿1905? - Ourense ¿1971?). Cuando encontré esta entrevista que "Gonzalo de Murgadán" le hacía en el 1962 para el diario La Noche, tuve claro que os gustaría leerla íntegra y por ello me he limitado a copiarla tal cual. Al final he puesto algunas notas de datos que he podido localizar por mi cuenta, pero primero, leed la entrevista si os parece: Uno de los más populares personajes orensanos es, sin duda, Paco Madrid. Es un madrileño aclimatado definitivamente en la "tierra de la chispa", en la que se encuentra encantado, según propia confesión. Lo encontramos en un bar, ofreciendo su rifa más corriente: un par de pollos. -Siéntese y cuéntenos algo de su vida. ¿Hace muchos años que se dedica a las rifas? -Hace más de veinte. Empecé en Lalín, sorteando botellas, muñecas, etc., hasta el año 1940, en el que me vine a vivir a Orense. Desde entonces me dedico a esto, aunque también tengo un estudio fotográfico en Primavera, 2, 2º, para servirles. -Muchas gracias. ¿sortea siempre pollos? -Eso es lo diario, por decirlo así. En ocasiones también sorteo aparatos de radio, transistores, en cierto periodo hermosos cerdos, por cuenta del Club Deportivo Orense. Y, naturalmente, organizo uno extraordinario, allá por Navidad. Me muestra una tarjeta, con la relación de las cosas que van en la “cesta”. Un jamón, dos lacones, una cachucha, chorizos, varias botellas de coñac, champán, bacalao, melocotones, un décimo de la lotería. Puros, cigarrillos rubios y demás cosas del tiempo. Algo que despierta el apetito. Y, al final, por si acaso, una botella de agua de Carabaña. Este Paco no se olvida de ningún detalle. -¿Cómo hace los sorteos? -Según. Si es importante, en combinación con el cupón pro ciegos; pero si es de menor cuantía, lo hago en donde termino de vender los números, con cartas de la baraja. Pero siempre a la vista del público, ¿eh? -¿En donde le cogió la guerra? -En Santiago, vendiendo unos corchos para gasolina invención mía. -¿A qué se dedicó con anterioridad? -Tuve una tómbola en La Coruña y con ella anduve por toda Galicia. Fui el primero en esta actividad. Paco Madrid tiene un ojo averiado. -Consecuencias del deporte -nos dijo-. Fui boxeador. -Cuente cuente... -Pues sí, fui boxeador. Peso ligero. Contemplamos con admiración la exuberante humanidad de nuestro entrevistado y él lo nota. -Claro que ahora los años acumularon grasas, pero en mi juventud... vea. Me muestra un programa en el que aparece el amigo Madrid, en actitud combativa, enfrentándose con Casani y otros internacionales en el año 1927. -También fue importante el match que tuve con Vogt, en el mismo año, en Bilbao. Vogt era un campeón alemán, duro de pelar. - ¿Y eso del ojo? -Fue un desprendimiento de retina. Ocurrió el día 12 de octubre de 1928, peleando con Jack Contray, en la plaza de toros de Zaragoza. Arbitraba Juanito Casanova, que aun hoy está considerado como el mejor. Un golpe con mala suerte. ¡Qué le vamos a hacer! Paco Madrid nos ofrece unos números de su sorteo del día. Colgados en el antebrazo lleva un par de guapos pollos. -Ande –nos anima-, quizá le toque. Compramos dos tiras llenas de números. Pero entre ellos, no estaba el de la parejita. Hasta aquí la instructiva entrevista de Murgadán. Lo primero, una aclaración: Paco nació en Úbeda (Jaén), lo de Madrid es su apellido pugilístico (creo). Antes de que alguien pueda pensar que lo del boxeo es una leyenda urbana sobre Paco, mejor despejar dudas y confirmar que tiene un curriculum mejorable, pero tampoco de los peores; la pena es que la lesión lo retiró de ese mundillo y le obligó a buscar las habichuelas por otros campos. Este fue su historial: Debutó el 10 de febrero del 24 en el Salón Vizcaya (Bilbao), en la categoría de peso súper ligero, lo cual da idea del tipito que se gastaba de joven. Su palmarés estaba así: 31 combates, 15 ganados, 3 nulos, y el resto no ganó. El primero, a modo de anécdota, lo disputó contra un púgil de nombre Amador Lucarini, que lo dejó KO en 6 asaltos. Las cuatro peleas siguientes las ganó con claridad en su Santander de residencia. El 12 de marzo del 27 fue la pelea con Ricardo Cassani, que Paco recordaba con cariño porque a pesar de perder por KO en el sexto asalto, los cuatro primeros habían sido con clara ventaja para él; quizás su fondo no fuera el apropiado, pero... ahí estaba. Nos habla después de su combate con el alemán Ernst Vogt, que fue una de sus mejores peleas. Venció por KO en el 2º asalto. No encuentro información de su “accidente” en Zaragoza con el campeón portorriqueño Jack Contray, pero puede ser porque al ocurrir se diera la pelea por nula y no figura en los rankings de ninguno de los púgiles. Lo que sí se puede comprobar es que entre su pelea en Santo Domingo de la Calzada el 18 de mayo del 28 (vencedor por KO) y la del 31 de marzo del 29 en Sevilla (no ganó), no hubo enfrentamientos, lo cual apoya el posible descalabro de su ojo. Aun así celebró otra pelea más con igual resultado, lo que probablemente motivara su retirada. Fue el 16 de agosto de 1930 contra Elías Sudry en la plaza de toros de San Fernando, y aunque se apuntó dos de los cinco asaltos, en el 5º cayó a la lona por KO. Ese accidente le apartó del boxeo, pero Paco nunca tuvo problemas para subsistir. El siguiente referente lo sitúa, aunque sin pruebas fidedignas, como picador en una cuadrilla taurina, recorriendo plazas no principales, y por lo que comentan quienes le conocían aquello no era para él. En esta tesitura nos encontramos ya con el Paco de la entrevista, viviendo en Auria y siendo un personaje popular y querido en la ciudad. Sí, sí, a veces tenía un pronto complicado, pero... que le pregunten a Rudesindo, uno de sus compañeros de fatigas de los que Aragonés “contrataba” para vender las rifas del R-8 en las fiestas, aquel que aparcaban en la Alameda o en el Paseo y hacía suspirar a muchos ourensanos que con ilusión les compraban la rifa. Como os decía, Rudesindo podría confirmar que tal vez por su pasado de boxeador no usaba los puños en sus disputas, prefería sacar el cinto, pero de un zurriagazo lo tumbó en alguna ocasión. Y ya un dato para los nostálgicos: el tercero en discordia en la venta de rifas era Laylan el Chulito, un ourensano de los más queridos en la zona de vinos.