Las 17 muertes en un geriátrico de O Barco fueron “la tormenta perfecta”

En la residencia de la tercera edad Nuestra Señora de Fátima, entre el 24 de marzo y el 15 de abril de 2020, se produjo “una tormenta perfecta”, en palabras del fiscal Miguel Ángel Ruiz, que desembocó en la muerte de 16 usuarios y el contagio por covid-19 de otros 59. Pero, según sostiene en un extenso informe, no cabe hablar de negligencia grave por parte de la representante legal de la fundación que gestiona el centro asistencial y la directora en aquellos momentos, Virginia Daniela A. y María del Carmen R.R., respectivamente. Y, aunque fue la Fiscalía la que interpuso la denuncia en el Juzgado de O Barco el 28 de junio de 2021 por 17 homicidios y 59 de lesiones por imprudencia grave tras una investigación preliminar, ahora pide el sobreseimiento al profundizar en el caso, según confirmaron fuentes judiciales. No se puede concluir, asegura, que las dos investigadas “no se ajustaran a su deber jurídico de garante en las especiales circunstancias en que se produjo la situación de riesgo, y sin que se pueda apreciar una actuación concreta cuya voluntaria omisión haya sido determinante para el resultado producido, al no poder establecer nexo casual alguno entre lo ocurrido y los contagios, sino a la interacción de múltiples factores”. En otras palabras, hicieron lo que estaba a su alcance en un momento marcado por la incertidumbre y desconocimiento de la primera ola de la pandemia, teniendo en cuenta la normativa y medios humanos existentes. ¿Qué dicen los forenses? Según determinaron los forenses, de los 17 fallecidos, uno no estaba contagiado de covid, mientras que el resto tenían entre los 73 y los 95 años “y con múltiples padecimientos, la mayoría de ellos propios de la edad”. Todos murieron en el hospital, salvo una que por petición de la familia no fue trasladada a un centro sanitario. El fiscal recoge que antes de que hubiera órdenes gubernamentales que afectaban a las residencias de ancianos “el virus circulaba por territorio nacional y el centro ya acordó limitar salidas y visitas” desde el 9 de marzo (el confinamiento general se decretó el 15), aunque probablemente el virus ya estaba dentro. También recoge los incumplimientos negligentes detectados -de hecho el geriátrico fue intervenido por la Xunta- pero “no significa que no hubiera realizado ningún tipo de actuación por parte de la dirección de la residencia al objeto de prevenir contagios”. Detalla 20 medidas adoptadas. Además, entre el personal, cuando estalló la pandemia, había muchas bajas: 19 de 43 trabajadores, de los que 23 después se contagiaron. Tiene en cuenta, a la hora de pedir el sobreseimiento la investigación de la Policía Judicial sobre el origen de los fallecimientos y las lesiones, la propagación por parte de personal asintomático, “siendo una base sólida de una transmisión indiscriminada”, así como la falta de material específico para hacer frente al covid “que no es atribuible a la dirección de la residencia”. Así, concluye que, teniendo en cuenta los hechos acontecidos y en el marco espacio-temporal en el que ocurrieron, “entendemos que no hay un nexo casual que nos permita derivar de cualquiera de estas imprudencias o negligencias una relación de causalidad con las muertes o lesiones derivadas de los contagios”. El fiscal disculpa la tardanza en aplicar alguna de las pautas sanitarias decretadas: “Es importante encuadrar la vorágine normativa en aquellas fechas con la preparación técnico-sanitaria de los receptores, los cuales no estaban capacitados para una aplicación inmediata”, y exigía estudio por el escaso personal. La directora de la residencia envió un mail pidiendo auxilio el 29 de marzo. La Xunta envió a siete auxiliares a trabajar a la residencia consciente de la carencia, pero el personal que “había y el que vino no tenían preparación médica específica para una situación crítica”. Pero incluso con una plantilla completa “no hay indicios de que los contagios se hubieran evitado”, afirma el fiscal. Y descarta que el ascensor tuviera la culpa -usándose el mismo para positivos y negativos de forma indiscriminada- así como la ropa de la lavandería encontrada en el suelo.