ENTREVISTA

"En 2002, el CNI iba a la Fundación Nóos para proteger a Iñaki Urdangarín"

El periodista y escritor Fernando Rueda.
photo_camera El periodista y escritor Fernando Rueda.

Fernando Rueda Rieu, periodista de investigación experto en espionaje

Fernando Rueda Rieu (Madrid, 1960) es uno de los pioneros de la literatura sobre espías en España. Este periodista dio sus primeros pasos cubriendo información relacionada con defensa y pronto se adentró en el mundo de lo oculto al común de la población. Su primer libro, “La Casa”, se publicó en 1993, y el año pasado presentó su 17ª obra relacionada con el espionaje: “Al servicio de su majestad”, un trabajo en el que aborda la relación entre el Cuerpo Nacional de Inteligencia (CNI) y la jefatura del Estado. Rueda será el protagonista del Foro La Región del próximo jueves, día 9, cuando todavía sigue coleando el “Pegasus”, un caso de espionaje que casi hace saltar por los aires la legislatura.

Después de haberlo abordado, ¿cuál es la relación entre la Casa Real y el CNI?

La editorial me encarga buscar la relación existente entre la monarquía y los servicios secretos desde la muerte de Franco. Lo que pasa es que me percato de que, para poder entender lo que ha pasado, tengo que retrotraerme a 1948, cuando llega Juan Carlos a España. Es muy importante entender lo que ocurre durante la dictadura. Franco espía constantemente a Juan Carlos, es controlado por completo. Por ejemplo, Juan Carlos se fue de viaje con la Armada y se enamoró de una miss universo, a la que mandaba cartas. Pero esas cartas van a Franco. Tienen un control absoluto sobre él, lo que explica que, cuando llega al trono, una de las consignas que tiene muy claras es que debe conseguir que el servicio de inteligencia le ayude y le proteja.

Entonces, se percató de la importancia y la utilidad de estos servicios para mantenerse a salvo.

Efectivamente. En la época de Franco, a él no le contaban casi nada, y se granjeó muchos contactos. Pero también se percató de que, para ser rey, tenía que saber lo que pasaba en el país. Además, también entendió que los servicios secretos son muy útiles para resolver problemas. 

¿Sobre todo porque no se hace a plena vista?

Claro. Es preciso puntualizar una cosa: el deber de cualquier policía es “trabajar para el juez”, esto es, perseguir a los delincuentes y buscar pruebas para meterlos en la cárcel. Eso no lo hace el servicio de inteligencia. Lo que hace es conseguir información para el Gobierno, y en este caso, para la jefatura del Estado. Ese es su objetivo. Y también solucionan los problemas de estos. El CNI no es una policía. Además, los gobiernos -de cualquier país- no piden explicaciones de cómo se ha conseguido la información.

En resumen, ¿cómo era la relación con Juan Carlos I? 

El CNI tenía que protegerle. Ha tenido que protegerle de asuntos económicos. Por ejemplo, en el 95, Javier de la Rosa, cuando estaba siendo juzgado, dijo que había dado dinero, entre otros, al rey. Eso lo solucionó el CNI. Aunque no se hayan preocupado por las novias del rey, sí han tenido que intervenir cuando estas relaciones ponían en riesgo la seguridad nacional, como por ejemplo la de Bárbara Rey. Durante esos años estuvieron buscando dinero para evitar el chantaje. También influyó con Corinna Larssen. Y también tuvo que protegerlo de amistades peligrosas, como de Mario Conde o personas así.

¿Y con Felipe VI?

A ambos les han facilitado toda la información siempre, aunque no esté recogido en ningún sitio. La gran diferencia estriba en que esos problemas ya no los tiene el CNI. Ahora mismo, Felipe no tiene ninguno de los problemas de su padre.

¿Puede el rey impulsar operaciones del CNI?

La teoría dice que no, porque en el CNI solo manda el Gobierno. ¿Puntualmente puede el rey pedir cosas? Sí. Por ejemplo, en 2002, el rey le pide al entonces director, Jorge Dezcallar, que echen una mano a Urdangarín. Esto se mantuvo también con Alberto Saiz, y durante dos años, el CNI acudía a la Fundación Nóos para revisar que no hubiese micros, ni virus y para hacer copias de discos duros.

¿Qué le parece el reciente cese del director del CNI por el espionaje a independentistas? ¿Es más habitual de lo que pensamos?

Creo que no tiene nada de escandaloso perseguir a personas que están apoyando a grupos violentos o que se relacionan con potencias extranjeras. Es un trabajo habitual del CNI. El problema es que el Gobierno ha caído en una contradicción: por un lado, negocia con los grupos independentistas pero dice a la directiva de inteligencia que controle a ciertos sectores del independentismo más violentos o cercanos a la inteligencia rusa. Creo que el CNI hizo su trabajo y la destitución de Paz Esteban me parece injusta.

Entonces, ¿el problema no es el espionaje, es que los han pillado?

En síntesis, sí. La injusticia es que la gente piense que se va por espiar a independentistas.

¿Y qué le parece ese supuesto espionaje a miembros del Gobierno?

Creo que el Gobierno mezcló dos temas distintos de forma intencionada. Por un lado está el espionaje del CNI a los independentistas violentos o cercanos a los rusos; y por otro el espionaje a miembros del Gobierno que es ejecutado por otras potencias. Según los datos del CNI, por Marruecos.

¿Cree que un servicio secreto es parte indispensable de un Estado?

Siempre hay idealismos. Lo que pasa es que, mientras todos los países tengan servicios de inteligencia -que los tienen, y cada vez más financiados- es indispensable tener un servicio a la altura de los demás. Como dijo Felipe González: “El Estado también se defiende desde las alcantarillas”.

¿Qué cree que pasaría si se revelasen los secretos del CNI?

Creo que hay muchas cosas que se pueden contar. Yo lo he hecho en mis 17 libros. Es cierto que hay una parte que debe estar amparada por el secreto. Pero no es menos cierto que la gente tiene derecho a conocer lo que pasa. Por eso, los periodistas intentamos dar a conocer todo lo posible.

¿Se trata pues de conjugar ese derecho a la información con la seguridad nacional?

Los gobiernos nunca han querido cambiar la Ley de Secretos Oficiales, esperemos que ahora se modifique. La ciudadanía tiene derecho a saber cómo funciona el servicio secreto de su país. Siempre he creído que por encima de los secretos oficiales está el derecho de la gente de conocer.

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