REPORTAJE

21 días sin ver “o meu neno"

Susa Suárez y su marido Ramón posan con la foto de su hijo Diego, ayer en su casa de A Carballeira (MARTIÑO PINAL).
photo_camera Susa Suárez y su marido Ramón posan con la foto de su hijo Diego, este domingo en su casa de A Carballeira (MARTIÑO PINAL).
Hace tres domingos que Susa Suárez no recorre 100 kilómetros para poder estar unas horas con su hijo Diego, residente en el Centro de Personas con Discapacidad de Sarria: "Es muy duro"

¿Cuándo te volveré a ver, mi corazón?, se pregunta Susa Suárez por tercer domingo consecutivo. La famosa regla de los 21 días que tarda el ser humano en adaptarse a un cambio no tiene sentido para una madre coraje, si es que hay otra forma de ser madre. Su “niño” Diego vive a 100 kilómetros de distancia, en el Centro de Atención a Personas con Discapacidad de Sarria. Ourense sigue esperando por su centro público, con proyecto licitado por 8,1 millones y pendiente de adjudicación por la Consellería de Política Social para unas obras que, antes de esta crisis, se esperaban finalizan a finales de 2021 tras años de espera. De momento, cuando estos chicos cumplen 21, la alternativa para las familias está fuera de la provincia. El confinamiento lo hace todo más duro para una veintena de padres ourensanos que tienen a sus hijos en Sarria, lejos de casa.


“Él también lo pasa muy duro"


“Es el tercer domingo que mi marido y yo no podemos ir a verlo. Encima hay una cuidadora infectada. Lo supimos  por la prensa, hoy estamos más tristes que nunca pensando en lo que puede pasar”. Entiende la decisión: “Si te avisan podrían alarmarte mucho y esta persona ya está aislada en su casa y a los residentes les miran la fiebre todos los días, pero lo llevas mal”. Susa y Ramón cogen el coche todos los domingos, toca visita “ao noso neno”. “Él nos esperaba para vernos, yo le llevaba siempre la merienda y estábamos unas horas juntos. Él también lo está pasando muy duro. Nos espera todas las semanas”.

El 25 de abril hace ocho años que Diego está en el centro de discapacidad para adultos de Sarria. Al día siguiente cumplirá 28 años. Tras años de esperanzas y promesas para estas familias ourensanas de la creación de un centro de atención pública en Ourense, es lógico el pesimismo de vez en cuando. "Yo esto lo veo peor que hace cuatro años, no sé en qué quedará. Ya no sé qué es política o qué pasa”, se queja esta madre.

El teléfono salva un poco las distancias. “Nos llama él todas las semanas. Es que si lo llamo yo, se echa a llorar. Sin embargo, si llama él no. Entonces esperamos. Pero ahora hace unos días que no llama y ayer dejé recado para que lo haga, porque ya necesito hablar con él. Lo echamos de menos. Tengo muchas ganas de verlo”.

Diego es muy consciente de la situación provocada por la crisis sanitaria, aunque en un primer momento la familia intentó evitar la explicación. “Le dije que estábamos trabajando mucho y que cuando acabase el trabajo lo íbamos a ver y a llevar muchas cosas. Él me contestó que no había trabajo, que era porque había un bicho”.


La voz de otras familias


Susa Suárez sabe qué desayuna su niño Diego todas las mañanas, si llora, si ríe… Pero no puede abrazarle. Esta madre pone énfasis en las demás: “Mi marido y yo estamos bien y conducimos cada domingo 100 kilómetros para ver a nuestro hijo. Pero hay padres mayores, que no pueden coger el coche. Otros que no tienen posibilidades. Una mujer se paga el taxi cada fin de semana. Otras se consolarán solo con una llamada, es lo que les queda”.


Años de lucha por un centro público


Susa Suárez es una de las madres que pertenece a la plataforma ProCapd de Ourense, que lleva años de intensa lucha para conseguir que se cree un centro para personas con discapacidad de gestión pública en Ourense, la única provincia gallega sin esta infraestructura y que ahora espera por la adjudicación de las obras. Estas familias consiguieron algunas de las manifestaciones más nutridas de  la ciudad y siguen en la lucha, acumulando retrasos y burocracia de por medio. La situación de estos padres se agrava cuando los niños cumplen 21 años, ya que a esa edad deben dejar el CEE Miño, el único centro de educación especial que hay en Ourense. En ese momento, solo les queda la opción de trasladar a sus hijos a un centro privado fuera de la provincia (en Sarria hay una veintena de ourensanos) o asumir elevados costes en la privada. 

Te puede interesar