EN PRIMERA PERSONA

Un abismo en cada acera de la ciudad para Maribel

Los baches complican los cruces de Maribel por la avenida de La Habana; muchos espacios imposibilitan su entrada; y las aceras estrechas de Santo Domingo le dificultan su paso.
photo_camera Los baches complican los cruces de Maribel por la avenida de La Habana; muchos espacios imposibilitan su entrada; y las aceras estrechas de Santo Domingo le dificultan su paso.
Este es el relato de Maribel, una ourensana para la que salir a la calle cada día acaba siendo una odisea. Aceras sin rebajar, baldosas rotas o negocios sin rampa son desafíos, muchas veces imposibles, para su silla de ruedas

Soy Maribel. Todos los días me tengo que enfrentar a los desperfectos en las zonas peatonales con mi silla motorizada. Desde que salgo de mi casa y a lo largo de muchas zonas, tanto del centro como de la periferia, debo vigilar por donde circulo evitando daños mayores en mi compañera de viaje imprescindible, mi silla.

Prácticamente todos los días llevo a cabo el mismo recorrido hasta mi fisioterapeuta en la avenida de Buenos Aires. También todos los días tengo que condicionar mi ruta ante el estado en el que se encuentran muchos descensos de las aceras en los pasos de peatones. Hace no mucho perdí una de las ruedas anti-vuelco. Solo los que tenemos sillas motorizadas sabemos lo que nos cuesta cada uno de los arreglos. Tengo miedo a que algún día se desmonte en la calle a causa de los golpes.

En Concepción Arenal tengo que ir hasta el Pabellón para encontrar un paso de peatones en unas condiciones decentes para cruzar, sin maltratar mucho mi silla. En otras ocasiones, me encuentro con aceras sin rebaje que me obligan a dar la vuelta en búsqueda de algo que se adapte a mi situación. 

Muchas veces me llama la atención que las cosas estén bien hechas de un lado y no del otro. Las zonas nuevas como Lagunas o Concejo, están en buenas condiciones y así tendrían que estar todas.

Las baldosas rotas son otros puntos que debo esquivar, al igual que las partes donde falta alguna, lo que me obliga a no perder de vista el suelo por el que me muevo. En Juan XXIII se repite el problema, un lado del paso de peatones está bien y el otro mal, la silla me avisa con los ruidos cuales son las peores zonas. Por La Habana, la calle que más uso, tengo que desplazarme de un lado a otro buscando las mejores zonas hasta que llego a mi fisioterapeuta. 

Otras veces lo que está en mal estado es el pavimento, que le faltan trozos o está mal tapado causando fuertes golpes de mi silla contra él. Arreglan por partes y al final el servicio sigue siendo malo.

Pero las dificultades no se quedan solo en las aceras, también en los establecimientos. Muchas entradas me condicionan a la hora de entrar, porque no puedo hacerlo. Para cargar la tarjeta del autobús me encuentro en la situación de tener que ir hasta el Couto para disponer de un banco con rampa de acceso para sillas. No entiendo que hoy en día haya tiendas que sean nuevas, ya no hablo de las que lleven mucho tiempo abiertas, y no tengan esta forma de entrada para las sillas.

En la zona de la Residencia tengo miedo, hay zonas con baches y desniveles que dificultad mi movilidad, por ello voy por la Saínza. Además, tienen partes estrechas que con el rebaje lateral, parece que me vaya cayendo a la carretera con los coches pasando cerca. Esto es algo similar a lo que me sucede en Santo Domingo. No hay casi rebajes y tengo que ir por esas estrechas aceras, que casi lleno de ancho con mi silla. Luego me encuentro con papeleras que me obligan a moverme hasta casi salir a la zona por la que pasan algunos coches. Si decido ir por la calle, ya no puedo acceder a ninguna tienda porque no tengo por dónde subir a la acera.

Recientemente me encontré con una situación en el Couto que me obligó a esperar por mi amiga en medio de la calle. Ella se dirigía a la zona de Vistahermosa y no pude seguirla por una acera sin rebajar. Tuve que quedarme esperando a que regresara para ir a otro lado, porque me era imposible cruzar. Todo complica más mi situación.

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