Los abrazos retornan a la prisión después de 6 meses

Tras seis meses sin posibilidad de comunicaciones íntimas y familiares para los 306 internos del centro penitenciario de Pereiro de Aguiar, estos podrán volver a estar cara a cara con parejas, padres, hermanos , amigos u otros visitantes autorizados. La prisión ha autorizo de nuevo, desde hoy mismo, los "vis a vis", que no serán operativos hasta la semana que viene porque exigen planificación y logística. De hecho, por ahora, en esta nueva desescalada, no serán dos veces al mes sino una. La cárcel de Pereiro era uno de los tres centros gallegos en los que no se permitían estos encuentros en nombre de la salud pública, para contener el virus de puertas para fuera del entorno penitenciario. Esta situación generó descontentos entre algunos familiares de los reclusos al considerar la medida muy restrictiva. "Las madres estamos cayendo en la desolación de no poder abrazarlos; ya es bastante castigo para nosotras tenerlos allí", aseguraba una progenitora con un hijo encarcelado en un email enviado a La Región. En el mes de octubre del pasado año, se prohibió de nuevo -ya se había hecho durante el primer estado de alarma- el acceso a prisión a toda persona ajena a la Administración penitenciaria cuya labor no fuese considerada imprescindible, cuando la incidencia de los contagios aumentaba. Hasta la fecha, desde que comenzó la pandemia, hubo un único contagio en la prisión ourensana (en el último trimestre), lo que hizo encender todas la alarmas ya que al ser un entorno cerrado la opción de contagio es mayor en caso de una infección activa. Los "vis a vis" regresan ahora pero condicionados. No habrá dos al mes y no serán todos los días de la semana. Además, según fuentes de la institución, los internos que tengan estos encuentros deberán estar diez días en cuarentena, es decir, sin opción de comunicarse con otros internos. En el conjunto de España, aun son muchas las prisiones que la pasada semana tenían las comunicaciones íntimas, familiares y de convivencia suspendidas. En total, 48 centros penitenciarios de 71 no gozaban de las tres modalidades. En Córdoba, solo se autorizaban las familiares. Para paliar las restricciones, según aseguran desde la dirección del centro, se aumentó el número de llamadas telefónicas así como el sistema de videollamadas, que en el caso de Pereiro ha tenido una gran aceptación, tal como evidencias las 30 diarias realizadas. A lo largo de este año, además, habrá una videocabina que permitirán mensajes de voz y el pago a cobro revertido. El último refugio de las largas cartas manuscritas Las comunicaciones de los internos dentro de la prisión conjugan lo nuevo y lo viejo. En unos momentos en donde la inmediatez se impone con las posibilidades que brinda la tecnología, en la cárcel de Pereiro aun son muchos los hombres y mujeres que toman papel y bolígrafo para dirigirse al exterior. Y, generalmente, no son cartas cortas. Máxime cuando la familia o los amigos están a kilómetros de distancia o con un océanos de por medio. Dentro de la prisión, el aislamiento y la soledad de la celda, con muchas horas vacías de contenido, invitan a la reflexión e incluso al arrepentimiento. En el caso de los internos sin buenas relaciones familiares, las cartas manuscritas sirven para romper el hielo. Una primera toma de contacto que puede generar posteriormente otro tipo de acercamiento. Pero, sin duda, el grueso de las comunicaciones se hacen a través de llamadas telefónicas (15 a la semana de ocho minutos máximo) o a través del locutorio (40 minutos). En estos casos, los mensajes son más cortos y directos, más relacionados con el día a día del internos y las noticias del exterior que transmiten las familias.