REPORTAJE

Abril, un proyecto puntero

Abril.
photo_camera José Manuel Pérez Canal -con bata verde- con el entonces conselleiro de Medio Rural, Samuel Juárez, durante una visita institucional en agosto de 2010 a las instalaciones del Polígono Empresarial de San Cibrao das Viñas.

Aceites Abril es a día de hoy uno de los referentes empresariales de Ourense y Galicia, pero para llegar hasta aquí ha tenido que recorrer un largo camino y en él ha tenido un papel esencial José Manuel Pérez Canal.

La prematura desaparición de José Manuel Pérez Canal trae al primer plano su labor como empresario de éxito comandando una empresa pujante creada por su abuelo hace casi seis décadas, impulsada por su padre y comandada por él junto con sus hermanos convirtiéndola en una de las más importantes de Galicia, tanto en el ámbito económico como en el social. Este momento agranda la figura nítida de trabajador empedernido dedicado en cuerpo y alma a su tarea de empresario, con jornadas agotadoras para llevarla por el camino del éxito marcando hitos en la trayectoria de un grupo familiar que ha sido capaz de aunar perseverancia, talento y esfuerzo junto a sus hermanos Luis, Jorge, Marta y Elena, bajo el paraguas de la matriarca Maricarmen Canal, embajadora y relaciones públicas de lujo, codo con codo con sus vástagos.

Si hubiese que establecer un legado de José Manuel Pérez Canal en Aceites Abril, probablemente la aportación de ideas sería considerada una contribución neta a la evolución de una empresa que en pocos años pasó de una treintena de empleados a los 170 actuales y que seguramente subirán en el futuro inmediato, tal como planteaba casi con el último aliento de vida al jefe de recursos humanos de su empresa, con el objetivo de afrontar la carga de trabajo prevista después de las últimas innovaciones.

Fue empresario de raza, hijo y nieto de empresarios, que con sus hermanos ha sido capaz de romper el mito de que las terceras generaciones dilapidan el legado de los antecesores. No sólo no fue así, sino que han conseguido incrementarlo de modo exponencial. Pero la suya fue una vocación tardía e impulsada por los acontecimientos, ya que sus preferencias profesionales iban por el lado del Derecho, carrera que cursó en Madrid con la idea de ejercer, aunque luego iría completando su formación con estudios pegados al ámbito empresarial, en línea con lo que luego sería su pasión: el mundo del aceite.

Todo empezó hace casi seis décadas cuando el abuelo José Pérez Delgado, propietario de un negocio de comercio de vino, se metió a almacenista de aceite medio forzado por una oportunidad de negocio consistente en la compra de una bodega en Mora (Toledo), en la que el vendedor sólo accedía si en la operación se incluía también un molino de prensa. De esta forma no contemplada en un principio nació Aceites Pérez Delgado, principio de una pujante industria que con los años derivaría en lo que hoy es Aceites Abril.

La gestión de esta nueva aventura recayó casi en su totalidad en Manuel Pérez Gómez, hijo de José Pérez Delgado, en los almacenes de la pontina calle del Mercado, en cuyas proximidades pasó a ser característico el olor a aceite durante años. El negocio prosperó y acabó por desplazar al vino, hasta hacer que las instalaciones del barrio de  A Ponte, donde se embotellaba y comercializaba, se viesen desbordadas por el creciente volumen de actividad, que a su vez generaba un problema creciente en la vía pública de la zona debido al continuo trasiego de camiones que traían y llevaban mercancía.

La boyante marcha se vio amenazada a mediados de los noventa por la enfermedad y posterior fallecimiento de Manuel, convertido en “alma mater”, cuando ya los hijos mayores se habían incorporado a la empresa. En ese tiempo pidió a José Manuel, su primogénito, que velase por la pervivencia del negocio y el futuro de la familia –no necesariamente por ese orden-, cuestiones ambas que cotizaban muy alto y consideraba nucleares en su escala de valores.


Tercera generación


Ya con la tercera generación incorporada plenamente a la gestión, y con la madre confiando en la capacidad de sus hijos al tiempo que sobrevolando cada centímetro de negocio, los aceites Pérez Delgado dan paso a Aceites Abril, escenificando el gran cambio que acababan de introducir y que ya no pararía más. El nuevo nombre –“Abril”-, se debe a que “es el mes en el que el olivo empieza a florecer al despertar de su parada de invierno, y también en honor a la Feria de Abril de Sevilla, que tanto gustaba a nuestro padre Manuel, ya que a ella acudía para reunirse con los empresarios del sector del aceite de oliva, donde comentaban como había sido la cosecha que finalizaba días antes de la feria y así realizar los acuerdos necesarios para las transacciones comerciales de ese año”, dicen los hermanos.

En 1997 llegó otro hito con el traslado de la planta de aceite a la calle Seis del polígono industrial de San Cibrao, en la que fueron acometiendo sucesivas ampliaciones y desde la que actualmente envasan y distribuyen aceite a una treintena de países repartidos por los cinco continentes, en una fuerte apuesta por la internacionalización, que llega a los cinco continentes y de la que el malogrado José Manuel era ferviente defensor e impulsor.

Esta estrategia se asienta con los pasos dados en los últimos años que conllevaron una fuerte modernización y la puesta en marcha de la planta de refinado, que se encuentra ahora a las puertas de la apertura de una segunda línea.

El emporio Abril, ejemplo de pujanza y capacidad de gestión en el mundo empresarial gallego, cuenta en estos momentos con tres naves industriales con una superficie de 9.500 metros cuadrados, 37 tanques de almacenamiento de 992 toneladas en total y una capacidad de envasado de 540.000 litros/día gracias a sus 9 líneas de envasado, en el que abarcan el proceso completo de producción, que dispone de maquinaria propia para el de soplado de envases de plástico. A ello se une la mencionada  planta refinadora de 4.713 metros cuadrados, con 20 tanques con una capacidad de almacenaje total de 8.000 toneladas y una producción de 400 toneladas diarias, junto con un centro logístico en Vilagarcía de Arousa con 5 tanques de almacenamiento y una capacidad total de 4.425 toneladas. Todo ello se traduce en una facturación que superó los 100 millones de euros en el último ejercicio.


Vertiente social


El éxito de la empresa a la que José Manuel Pérez Canal se dedicó en cuerpo y alma no reside sólo en los resultados, sino que tiene un anclaje importante en el ámbito social desde distintos ámbitos: fomentando estilos de vida saludable apoyando el deporte, al que dedica una parte de su presupuesto de marketing patrocinando actualmente 250 equipos de categorías inferiores en toda Galicia. En total, este plan reúne a 4.000 niños y niñas con edades comprendidas entre los 4 y 16 años.

De la misma forma, Abril ha decidido apostar por la exaltación de la gastronomía gallega, dando apoyo a las fiestas populares y dando a conocer las bondades de la dieta atlántica.

Sin embargo, una de sus apuestas de mayor alcance está en la vertiente socioeconómica, con un intenso trabajo para la recuperación del olivar gallego con la promoción de la plantación de olivares, asentados en Ourense y Pontevedra, que junto algunas comarcas del sur de la de Lugo son las áreas más propicias para este cultivo. El reto más importante en este proyecto pasaba por adecuar las particularidades del cultivo a la estructura territorial de Galicia, donde el minifundio impide el aprovechamiento rentable de la plantación tradicional que caracteriza a la olivicultura de otras zonas de España.

Este trabajo está dando ya sus frutos, de forma que en la campaña de 2013, se recogieron los primeros 2.000 litros de aceite “del país”, y a finales de 2014 Aceites Abril empezó a comercializar este producto obtenido exclusivamente de aceitunas gallegas.

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