Absuelta de la muerte de un anciano que se cayó en el aseo

El juicio se celebró a lo largo de dos sesiones en el mes de marzo.  M.S.
photo_camera El juicio se celebró a lo largo de dos sesiones en el mes de marzo. M.S.
La jueza del Penal 1 cree que los hechos no son delictivos y deben ser llevados a la jurisdicción civil

 Una sentencia del Penal 1 absolvió a A.G.R., la trabajadora de una residencia de ancianos en A Rúa a la que la familia de un usuario acusó de homicidio imprudente y omisión del deber de socorro.

Reclamaba cuatro años y medio de cárcel porque la responsabilizó de la muerte de un hombre de 83 años incapacitado que el 22 de julio de 2017 sufrió una caída en el baño cuando lo estaba aseando. La empleada no informó a sus superiores de que había sufrido un golpe en la cabeza. El interno falleció días después. 

La magistrada no aprecia imprudencia profesional. “Ni grave ni menos grave”, recoge. Los hechos no revisten carácter delictivo -sostiene- y “deben reconducirse a la jurisdicción civil”.

La sentencia llega a la conclusión de que la víctima “no estuvo desamparada y en peligro manifiesto y grave”. La jueza concluye que no quedó acreditado que el usuario no pudiera quedar un momento solo en el baño o cualquier otro sitio.

La togada no tiene claro que la presencia de la cuidadora en el baño hubiera evitado la caída y que “en caso de no haber sucedido no se hubiera producido igualmente el fatal desenlace” debido a una insuficiencia respiratoria y neumonía que motivaron su ingreso inicial así como la vulnerabilidad del paciente por su edad y patologías previas.

“No ha quedado probado que la conducta de A.G.R. fuese gravemente descuidada, con un claro incumplimiento de las normas que debía observar en el desempeño de sus funciones como auxiliar”, recoge el fallo.

La Fiscalía de Ourense no acusó en este proceso al entender que lo sucedido fue “un triste accidente”.

La acusada era la encargada de asear al interno en una mañana de sábado cuando se produjo la caída. En la sala de vistas aseguró que no vio cómo ocurrió. Cuando se dio cuenta, pidió ayuda a otras compañeras, que acudieron a la habitación para levantarlo. Posteriormente, lo bajaron a la zona de desayunos. El octogenario tenía un hematoma en la sien. A la directora la informó pero restando gravedad al incidente -que se había deslizado de la silla-.

Por aquel incidente tanto esta trabajadora como las dos compañeras que la ayudaron a levantar al interno fueron amonestadas. Según el reglamento de la residencia no podían moverlo hasta que lo viera un enfermero. En cuando a la investigada, también fue sancionada por la dirección del centro con suspensión de empleo y sueldo, en su caso por dejar solo al residente.

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