CRÓNICA

Los abuelos no temen a las nuevas tecnologías

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photo_camera Utilización de gafas de realidad virtual en Ategal como parte de su proyecto SeniorLab.
En un movimiento imparable, la tercera edad se acerca a la tecnología más moderna. En parte, por la motivación de seguir aprendiendo cada día, enriquecerse y no quedar atrás, y también como aliado inesperado con el que cuidar su salud y sentirse seguros.

El consumo de internet y el uso de smartphones sigue creciendo gracias al empuje de la tercera edad, que poco a poco adopta las TIC en su vida cotidiana, aunque la comunidad gallega ocupe el vagón de cola de este movimiento. Así, según los últimos datos del INE para 2019, en Galicia solo el 11,7% de los mayores de 75 años utilizan cada tres meses servicios de mensajería instantánea,  el 10,2% leen revistas y periódicos online y el 3,5% envían correos electrónicos, siendo este último el peor dato de toda España. 

El 19% de los gallegos con al menos 75 años emplearon internet alguna vez en 12 meses, el 12,6% cada semana y el 6,4% a diario. Solo La Rioja queda por detrás, donde el porcentaje de ancianos que emplean internet cada día no llega al 3%. Dirigen esta transición tecnológica las islas, tanto Baleares como Canarias, que casi triplican los porcentajes gallegos.

En la provincia de Ourense, Ategal, Asociación Cultural Galega de Formación Permanente de Adultos, es pionera desde hace 15 años en la enseñanza de nuevas tecnologías a personas mayores. Ya impartían cursos para el uso del móvil al comienzo del milenio. Actualmente, tienen en marcha el proyecto SeniorLab, donde un equipo de 30 personas de 55 años o más reciben productos tecnológicos de empresas y las tres universidades gallegas para testarlos: "Es fundamental que sean los propios ancianos los que los prueben y anoten sus dificultades", alega Paula Sande, vicepresidenta de la asociación. "Todos ganamos", subraya: "Las entidades, porque el producto va orientado a su mercado, y los mayores, porque aprenden a utilizar nuevos dispositivos".

Trabajan con diferentes proyectos de teleasistencia avanzada, para orientar cambios que los hagan más sencillos de usar. El último, resume Sande, "es una pulsera que mide los pasos o la frecuencia cardiaca, alerta sobre la medicación, ofrece la ubicación en el caso de personas con demencia... Y los cuidadores reciben estos datos en tiempo real. Más que traer algo nuevo, se trata de integrar en una sola aplicación funciones que ya existen, lo cual facilita su uso para todo tipo de personas". 

Sande valora el cambio de paradigma de la última década, cuando la tercera edad se ha sumergido en las TIC: "Las estadísticas lo demuestran, son los segmentos de población donde más crece el uso del móvil. Las nuevas generaciones de ancianos han estado formándose durante muchos años, y se jubilaron de trabajar pero no de la vida".

En Ategal ya tenían pensado acercarse a la formación online, pero la pandemia ha acelerado este proceso. Durante el confinamiento realizaron clases de idiomas, pintura o yoga a través de modernas aplicaciones como Zoom o Microsoft Teams. Ahora, el último grito son juegos de realidad virtual con gafas: "Los estamos usando mucho como una manera de detectar problemas de atención o déficits de memoria sin provocar rechazo y de forma divertida", subraya Sande. 

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