CULTURA

Acisclo Manzano y Novo: en clave poeta y narrador

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photo_camera Acisclo Novo y Acisclo Manzano, con piezas de la muestra (JOSÉ PAZ)

La muestra de padre e hijo comparte espacio expositivo por primera vez

"Compartimos nombre, compartimos ciudad y compartimos confidencias". Y observando a ambos, no cabe duda de que son más que padre e hijo y más que compañeros de profesión, de que algo especial los une. Y, ahora, Acisclo Novo y Acisclo Manzano han decidido por primera vez compartir exposición porque "ha llegado el momento", dice Novo, al tiempo que subraya que "estamos juntos, pero no revueltos". Se llama Acisclos -explica- porque es de los dos, no de uno más uno. Cuando eres espectador te gusta que haya un continuo. Mezclar no te deja paladear y apreciar cada una de las exposiciones". Y Manzano, "O Acisclo" como le llaman desde siempre, añade: "Lo único que no teníamos claro es quién exponía arriba y quién abajo."

Sienten admiración por el trabajo del otro y eso se siente. "Lo que él hace yo no sé hacerlo", matiza Acisclo, (y al lado, su hijo susurra "y al revés"). "Soy incapaz, lo entiendo, lo veo, sé como hacerlo, pero no lo hago, porque es otro pensamiento, otra historia. Lo mío son recuerdos desde que empecé, desde hace 50 años. Voy recordando épocas, tiempos, y lo de él, es aquí, hoy, lo hace de golpe".

Lo de Acisclo es "la creación tranquila, sin dolor, sin sudor, con calma, por no tener no tengo, ni taller", mientras que Novo tiene un nervio que no le deja estarse quieto, necesita crear constantemente.

"Pensé que haciendo escultura podía transmitir ideas, porque creo que a través del arte puedes contar cosas. Cada pieza es un cuento, hay ideas y capas de significados, y en eso me diferencio de mi padre. Aunque es como si tuviésemos telepatía para algunas cosas, en esto estamos separados. Él es un escultor de la materia y yo de las ideas, él es más poeta y yo más narrador, él coge la materia y la transforma, la siente y se relaciona con ella, y yo necesito expresar conceptos, que también son emociones. La sensibilidad que mi padre tiene desde hace 50 años es propia de su tiempo", matiza Novo.

En cuanto al actual momento, "O Acisclo", quien reconoce que, conjuntamente con Quessada, padrino de Novo, intentó convencer a su hijo de que no eligiera este camino hasta que "nos dimos cuenta, que él ya conocía el arte desde antes de nacer, y que sabía tanto como nosotros de este mundo", asegura que él ahora ya está "en el momento en el que hice más de lo que me queda por hacer, y a lo mejor lo que me queda es una pieza con el tamaño de una nuez, pero aún no la he hecho".

Para el narrador de la muestra", la vida y el arte son la misma cosa, y si las cosas estuvieran muy fáciles quizás no pudiera crear, lo tengo que hacer en crisis personal, que acaba siendo tu estado normal. Hay que buscar las formas de decir las cosas, y eso se hace, no mirando a los demás, sino mirando hacia dentro." Y, desde hoy, en el Centro Cultural, los Acisclos mostrarán dos maneras irrepetibles y únicas de entender la escultura, pero convergentes en la vida.

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