Una vecina de A Ponte denunció en octubre de 2020 que un hombre al que no conocía de nada la grabó con el teléfono móvil cuando ella estaba en su vivienda y él ocupaba, a la hora de comer, una buhardilla, a la que tuvo acceso sin autorización de la propietaria. Ese espacio contaba con un ventanal que permitía ver lo qué ocurría en el interior de la habitación de la joven perjudicada. Sostiene que Antonio F.P. aprovechó que ella se estaba cambiando de ropa para inmortalizar el momento con el móvil. La denunciante se percató de lo sucedido por casualidad al agacharse para abrir un cajón. Él, sin embargo, lo niega.
Denunciante y denunciado confrontaron sus posturas en un juicio en el Penal 1. La fiscal acusó a Antonio F.P., empleado de una empresa de ascensores, de un delito contra la intimidad por revelación de secretos. Castiga al que, para descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento, se apodere de sus papeles, cartas, mensajes de correo electrónico u otros documentos personales o intercepte sus telecomunicaciones o utilice artificios técnicos de escucha, transmisión, grabación o reproducción del sonido o de la imagen. Reclamó una pena de un año de cárcel, además de una multa de 14 meses (con una cuota de siete euros al día). La perjudicada dice que, poco antes de la tres de la tarde del 14 de octubre, el encausado la grabó, aprovechando el campo de visión desde la buhardilla que estaba por encima de su casa. La mujer reside en un séptimo piso de la calle Beato Sebastián Aparicio. La defensa alegó la falta de pruebas. No fue aportada la grabación a la causa. Cuando la policía examinó el móvil no halló nada porque había sido borrado un vídeo y no pudo ser recuperado.
