Una menor reveló tras beber lejía que sufrió abuso sexual

photo_camera El juicio de ayer en la Audiencia se celebró a puerta cerrada. (FOTO: Miguel Ángel)
El fiscal pide una condena de 10 años porque la víctima, una sobrina del acusado, tenía 13 años  

A.O.R., de 23 años, negó ayer haber abusado sexualmente de su sobrina de 13 años en la Nochebuena de 2018 cuando toda la familia se fue a la cama. Había una muy buena relación entre el tío y la sobrina y, según el fiscal, el inculpado se aprovechó de esa circunstancia para mantener relaciones sexuales con penetración esa misma noche tras meterse con ella en la cama y comenzar a tocarla, desnudarla e ir a por un preservativo a su habitación. La joven no se opuso, por lo que no hubo violencia o intimidación. “La menor no opuso resistencia por la vergüenza que el daba lo que estaba ocurriendo o por el temor que tenía a su tío”, asegura el fiscal en su escrito de acusación.

El inculpado lo negó ayer en el juicio celebrado en la Audiencia provincial de Ourense a puerta cerrada y atribuye la denuncia a intereses crematísticos de una familia con problemas económicos y desestructurada en la que el progenitor, el hermano del inculpado, se pasaba el día jugando a la consola. Solo él aportaba dinero a la casa -el fiscal sostiene que también trabajaba la madre de la niña- y los progenitores de la menor, según dijo el abogado del acusado, “querían dinero”. El fiscal descarta esa posibilidad ya que el inculpado era peón en un aserradero y apenas ganaba 1.000 euros.

El caso se denunció transcurridos dos meses, en febrero de 2019, cuando la joven, que ahora está tutelada por la Xunta e ingresada en un centro de menores, estaba ingresada en el hospital porque ingirió lejía. En el centro hospitalario, se lo contó a una compañera de trabajo de la madre que estaba de visita y a la que confesó cuestiones íntimas que no se atrevía a contar a su madre.

También en el hospital, sufrió otro incidente de carácter sexual, que fue denunciado, con un joven que estaba cuidando a un familiar en la misma habitación. En ese caso, la progenitora fue la que presenció los hechos.

LIBERTAD VIGILADA

El representante de la acusación pública acusó al joven de un delito de abuso sexual a una menor de 16 años, con la agravante de parentesco, por lo que reclamó una pena de 10 años de cárcel, así como otros cinco años de libertad vigilada y una prohibición de comunicación y aproximación con la joven durante 10 años a una distancia de seguridad de 300 metros. El fiscal planteó a la sala la opción de aminorar la pena en caso de que estime que el autor del delito y la víctima están próximos en grado de desarrollo y madurez. 

La defensa, por su parte, aseguró que no había prueba de cargo para sostener una condena, reclamando la absolución. 

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