El alcalde del delirio

"La realidad es un delirio consensuado", sentencia Millás en una de sus mejores reflexiones. Una de las mejores de Jácome es cuando reconoció que él no tiene mucho poso cultural: "Cosas que descubro, y creo que son la leche, luego me doy cuenta que llevan años y años escritas". Se presupone que Millás y Jácome no se conocen pero esa pregunta del escritor -¿cuántas personas hacen falta para que una fantasía se acabe viviendo colectivamente?- puede conectarse a la figura del alcalde y en lo que ha convertido a Ourense. Por eso ya a casi nadie le sorprendió el clima de la rueda de prensa de ayer, pero en cambio si un ourensano despertase hoy en el CHUO después de quince años en coma necesitaría contexto para leer el periódico y entender cómo un alcalde puede negarse a responder a una periodista diciendo lo que dijo Jácome ayer: "Oye, una cosa. Hacedme una oferta y os respondo. A ver si os creéis que trabajo para vosotros". Ahí va otra gran frase que resume su deseo de separar la política de lo público. Pero de momento, mientras no logre privatizar la Alcaldía -atendiendo a su eficacia, estamos tranquilos-, Jácome seguirá trabajando para todos los ourensanos, incluso hasta para los periodistas. Y por eso todos le pagan el sueldo a él, a sus asesores y, de rebote, hasta su tele. La ficción En la realidad tradicional, un regidor que solo en cuatro días es llamado a declarar a Fiscalía por una de sus acciones políticas y está salpicado por una grabación como la publicada el domingo por La Región tendría que salir y dar explicaciones. Aclarar dudas, tranquilizar a los vecinos e incluso a la oposición con esas frases de primero de político: "Tengo la conciencia muy tranquila", "máximo respeto a la Justicia"... Pero en la realidad de Jácome, ser alcalde es diferente. Y si no esperamos gestión tampoco le pidamos argumentos claros: ayer volvió a hablar a sus fieles y a los que él considera enemigos. El tercer Ourense, esa gran mayoría silenciosa, si quería entender algo poco encontró. Sí pudo escuchar frases como: "Esta ciudad la damos sacado entre tres personas sin ningún problema" que si no son leídas desde la ficción y se llevan a la literalidad son casi una provocación. La huida En la larga escapada de Jácome los discursos se le agotan. Por eso al final hay ingredientes que tienden a repetirse de forma machacona. Ayer tocó otra ración de miserias internas -hasta dudó de su primo y asesor, veremos qué pasa en el próximo capítulo- y folclóricas comparaciones. Sumen alguna contradicción tan estrepitosa como que un alcalde sin estudios superiores -en absoluto una crítica- descalifique a alguien por querer entrar en política recién graduado en Derecho y varios razonamientos de su realidad alternativa como "no es chantaje, es negociación política" -frase con la que se podrían imprimir camisetas- o "de eso no tienen pruebas salvo una conversación entre terceros (...) Pregúntenle a terceros". También su clásico para cuando le vienen mal dadas: La Región no le trata bien porque él no acepta pagar medio millón de euros. Algo que siempre ha sido una fantasía de Jácome y un globo sonda que él mismo ha lanzado por mensajeros, en busca de buena prensa. El periódico Resumiendo, para Jácome todos los políticos vienen a hacer lo mismo y solo le dan vueltas a esto los medios poco serios. Porque DO decide la calidad de un periódico, radio o televisión según trate a DO, en un rasgo bien lógico y compartido con partidos de diferentes esferas. No hay mejor indicador del espíritu democrático de un político que su relación con el periodismo y nunca falla: cuanto más populismo, menos respeto por los medios y a la vez más deseo por volver a salir en sus titulares para luego criticarlos. Esto, como casi todo en Jácome, tampoco es nuevo. Por algo lleva veinte años buscando su nombre compulsivamente cada mañana en estas páginas.