ENTREVISTA

Alexandro: "Si no tienes ciertas torturas e inquietudes, no puedes crear"

Ourense. 1-12-2015. Alexandro en la Sala Valente. Paz
photo_camera Alexandro, junto a una de las obras que expone.

Obras de gran formato llenan las paredes de la sala José Ángel Valente con la huella inconfundible del pintor Alexandro, marcadas por unos colores que son tan sólo suyos. 

Obras de gran formato llenan las paredes de la sala José Ángel Valente con la huella inconfundible de su autor, marcadas por unos colores que son tan sólo suyos y manteniendo unos elementos que ya forman parte de su propia esencia, pero sin dejar de lado la experiencia continua de la creación y la búsqueda. El pintor Alexandro inaugura esta tarde, a partir de las 20,15 horas, una nueva muestra.

¿Por qué no tiene nombre esta exposición?

Realmente no tiene título, se podría decir que es “Alexandro. Obra reciente”. Yo no suelo titular los cuadros, porque creo que es como hacer literatura, guiar a la persona, y para mí eso sería contar una historia muy larga. Dar título a una exposición o a un cuadro es algo muy complicado, no sé como hacerlo. Además un título es como obligar al espectador a ver algo concreto.

¿Qué le aportan estos formatos tan grandes?

Primero, un sufrimiento porque es un gran trabajo, más que intelectual, ya físico. Todas las ideas que tengo, todas las obras que están aquí, son cosas que veo. Por ejemplo, unas fincas, unas leiras, eso me va dando ideas, formatos y maneras de composición. Al vivir en Muxía, que es más campesina casi que marina , me inf luye y para pintar todas esas cosas necesito esos formatos.

Pero, comercialmente hablando tienen peor salida.

Sí claro, estos cuadros no cabrían en una casa normal, son obras para museos, fundaciones o grandes espacios. De todas maneras, donde uno se encuentra bien es haciendo estas grandes obras. Aunque también tengo pequeños trabajos. Pero el desahogo, esa maravilla de com- poner, de ver un espacio en blanco enorme a un pintor no puedes quitárselo.

Vuelve a la ciudad que un día cambió por Muxía, ¿qué supone para usted?

A mí me gustaría que todos mis trabajos se vieran siempre aquí primero, es mi ciudad y es una ciudad que siempre estuvo muy interesada por el arte, es muy culta. Creo que es un escenario tremendo y me afecta mucho sentimentalmente porque quiero hacerlo aquí.

¿Por qué entonces abandonó Ourense?

Porque no es un sitio donde yo puedo trabajar a gusto, pero sí es un buen sitio para vivir, para tomarme unos vinos con mis amigos, pero para trabajar necesito Muxía, aquí no puedo tener mi estudio.

¿Se siente valorado como artista en esta ciudad?

No pienso en eso mucho, la verdad. Además las críticas aunque hablen mal de ti o no te valoren, no están tan mal. Casi prefiero eso a que me den premios, porque para mí es un síntoma de que vas dando pena. Creo que soy una persona valorada, sí.

Han vuelto elementos significativos de Alexandro como el paraguas o las figuras humanas, ¿hay una vuelta?

Es como un retorno, una solución, un recurso a veces, pero es inconsciente. Una vez me dijeron que mis figuras son personas desnudas, es cierto, yo no las visto jamás, no se sabe si es un hombre o una mujer, pinto unos personajes que simbolizan muchas cosas, pero que realmente no son nadie. Y el paraguas es un símbolo, también pinto mu- chos perros, pero no es un recurso técnico para llenar un espacio.

¿Ese “azul Alexandro” será ya permanente?

Yo visto de negro o de azul. Es un color neutro, no se mete con nadie, y lo hago yo. Cuando pinto por ejemplo con otros colores, como el amarillo, que hay un cuadro en la exposición, me cuesta dejarlo, no estoy igual de cómodo. El azul es un color que me atrae y que queda bien en todas las partes.

¿Se arrepiente de algo que no hizo?

No, me arrepiento de cuadros que hice. En esta exposición, por ejemplo, pintaría ya encima de varios obras. Tengo algunos que no acabo nunca, porque estoy siempre pintando encima, siempre veo algo.

Si el tiempo volviera hacia atrás, ¿seguiría en Ourense?

Yo vine aquí, después de haber vivido en Madrid, Berlín y París, con algo más de 30 años para pintar los murales de la cárcel con Quessada y Vidal Souto, y ya no volví a irme. Ahora me arrepiento de no haberme quedado en Berlín cuanto tenía unos 19 años, pero a lo mejor sería otro pintor diferente, haría otras cosas distintas. No se puede decir lo que hubiese sido mejor.

¿Ha cambiado mucho el mundo del arte?

Sí, casi a peor. La gente joven, la mayoría, ya no pintan. Cuando hacen instalaciones, no creo que debería llamarse arte. Deberíamos empezar a pensar palabras diferentes para definir cosas nuevas que están surgiendo, como las que se hacen por ordenador, eso no es pintar.

¿Hay mucho artista intruso?

Cuando alguien dice que es artista me pregunto en qué Facultad le otorgaron ese título. ¿Quién te ha dicho que seas artista? Pintor, y eso ya es mucho. Llamarse artista es algo muy pedante, en todo caso es algo que los demás deberían decir de uno. Yo no me considero un artista, soy un pintor que aún tengo que aprender muchas cosas 

¿Qué diferencia a un pintor de alguien que pinta?

Eso es como un cantante, puedes tener una buena voz y no comunicar. Hay algo innato que es el talento. La técnica, una vez que se posee, es secundaria. Lo malo de un mediocre es que él no lo sabe, y no tiene esa autocrítica que puedas tener tú. En cualquier manifestación artística como no seas capaz de decir las cosas de verdad y tengan una gran potencia y salgan y rompan, no hay alma.

¿Pinta mejor estando contento o en mala época?

Cuando estoy contento me voy de vinos. Para pintar necesito soledad, y la cabeza muy metida, y cuando estoy muy cabreado y muy jodido es cuando más trabajo, porque necesito descubrir muchas cosas. Si eres muy feliz, te apetece cualquier cosa menos trabajar. Y no hablo de bienestar económico. Si no tienes ciertas torturas e inquietudes, no puedes crear. 

Te puede interesar