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Coronavirus en Ourense | Un año del centro integrado de Baños de Molgas: "Aquí fuimos los pioneros"

Os Milagres (Baños de Molgas). 30/03/2020. Residencia de mayores de Os Milagros. En la foto los Bomberos  desinfectando los exteriores de la residencia.
Foto: Xesús Fariñas
photo_camera Imagen del interior del centro, tomada el 30 de marzo de 2020, en pleno funcionamiento. (Foto: Xesús Fariñas)
La residencia atendió a 66 mayores contagiados en residencias de toda Galicia, desde marzo hasta su cierre en junio

El elevado número de mayores contagiados en residencias sociosanitarias en marzo de 2020 obligó a la Xunta a dar un paso al frente e impulsar la creación de dos centros intermedios integrados, el primero de ellos, en Baños de Molgas. La residencia, cedida por el patronato de la Fundación San Rosendo para hacer frente a la crisis sanitaria, recibió a sus primeros pacientes (usuarios positivos del centro San Carlos de Celanova) el día 24, hace mañana miércoles un año. 

En tiempo récord, y con la colaboración de Política Social y el Sergas, los profesionales (médicos, enfermeros, gerocultores, psicólogos) acondicionaron el edificio, establecieron turnos de trabajo y se prepararon para un futuro incierto. "Fue muy duro, abrimos un centro en dos días y lo pusimos a funcionar para algo que desconocíamos, todos íbamos aprendiendo de forma diaria", recuerda Miguel Ángel Vázquez, primer director del centro y presidente de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría. "Montamos un mini hospital nunhas horas", asegura Ana Gómez, que coordinó al personal de Enfermería. 

El equipo profesional aceptó el reto y se tragó el miedo –"había mucho"–, marcando un camino que luego se siguió en Santiago y en el resto de comunidades autónomas. "Fuimos pioneros, nos llamaban de muchos sitios para saber qué estábamos haciendo y que les contásemos nuestras experiencias", apunta Vázquez. La Sociedade Galega de Xerontoloxía había propuesto ya, semanas antes, la creación de estas residencias, a semejanza del modelo de atención que se había impulsado en China. 

Un modelo que funcionó

En Baños de Molgas el personal atendió un total de 66 mayores contagiados en residencias de toda Galicia entre marzo y junio, cuando se clausuró. Entre este centro y el de Santiago, creado unos días después, se reubicó a gran parte de los positivos detectados en la comunidad. "El porcentaje de fallecidos se redujo muchísimo. Si en las residencias moría el 19,6% de los infectados, en el centro el porcentaje no llegó al 7%. Algo hicimos distinto a lo que se hacía en las residencias", resalta Vázquez. 

Ninguno de los profesionales se contagió en aquel momento, un orgullo para todos. "Conseguimos protexer ao persoal, tanto ao sanitario como ao sociosanitario", cuenta Ana Gómez. 

La creación del centro buscaba evitar, en la medida de lo posible, el ingreso de los mayores en hospitales. "Es el peor sitio al que puede ir una persona mayor. Nuestra atención era similar a la de un hospital, pero no lo era", explica Vázquez.

La situación actual

Un año después de aquello, la situación de las residencias sociosanitarias es otra. "Hai normas estrictas, todo está moito máis controlado, fanse cribados periódicos e se se detecta algún positivo a abordaxe do problema é moito máis rápida", resalta Gómez.

Miguel Ángel Vázquez, por su parte, pide más libertad para los mayores de los centros de la tercera edad, que ya están inmunizados " Creemos que no se está respetando su libertad. Las normas son exageradas, hay que abrir las residencias, que los usuarios puedan salir más, ver a sus familias...", apunta Vázquez. La Sociedade Galega de Xerontoloxía ha reiterado la importancia de devolver la normalidad a los mayores: "Entendemos que de miedo, pero frente al miedo tiene que asomar la ciencia, los mayores que mueren ahora mueren con covid, no de covid".

Una lección de valentía y esfuerzo "inolvidable"

El centro contó con personal sanitario del Sergas y personal sociosanitario de Política Social, que, en la mayoría de los casos, no contaba con experiencia previa en residencias. "O primeiro día de formación houbo choros, estaban asustadas polo que se viña encima", comenta Gómez. Los sanitarios las formaron para aprender a colocarse los equipos de protección individual (epi), así como atender a pacientes contagiados. 

Marta Sande, una de las auxiliares de Enfermería que formaron parte de la plantilla, recuerda la preocupación de los primeros días. "A nosotras nos llamaron un jueves para entrar el viernes. No fue fácil asimilarlo, organizarse en casa, separarte de la familia, enfrentarte a algo desconocido...", apunta la profesional, que destaca el valor humano del equipo que se encontró, así como la valentía de los mayores. "Estaban en una habitación, sin tele, sin radio... Recuerdo su mirada cuando entrábamos, como diciendo 'menos mal que puedo hablar con alguien", recuerda. De aquella experiencia, se queda con la unión de los compañeros y con el cariño de los pacientes: "Un día uno de los mayores, de Ponferrada, me dijo que me reconocía porque al entrar era la única que lo llamaba 'parrulo'. Me hinché a llorar".

Miguel Ángel Vázquez ensalza el trabajo de las profesionales: "Las gerocultoras nos dieron una lección inolvidable de compromiso, asunción de riesgo y responsabilidad". Tanto él como Gómez aseguran que la del centro integrado fue de las "mejores" experiencias laborales de su vida. 

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