Campaña electoral

Prohibido pegar carteles: responsable, el partido anunciador

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La campaña deja, una vez más, la imagen de propaganda electoral ilegalmente colocada, incluso, en la propia Ribeira Sacra

No falla. En las múltiples campañas electorales que se han vivido en los últimos años, hay una imagen que se mantiene. Da igual que los comicios sean generales, autonómicos o locales. La propaganda electoral ilegal se repite una y otra vez. Sin distinciones. En una época de disputa y debate, de fricciones en lo ideológico, en este aspecto todos los partidos coinciden en hacerlo mal en una especie de coalición de lo irregular. Una contaminación visual que no entiende de ciudad o campo, de edificios o mobiliario. Incluso la misma Ribeira Sacra, que todos los representantes ensalzan de cara a su posible designación como patrimonio de la Unesco. Durante dos semanas, parece que los partidos se olvidan.

Señales de trafico, postes, árboles, farolas, marquesinas... El abanico de soportes utilizados es muy amplio. Difícil sentarse a esperar un autobús en alguna parada cubierta de la provincia y no encontrar una cara conocida en forma de cartel. 

Los polígonos no se salvan, todo lo contrario. La invasión propagandística aquí sobrepasa la saturación. Y qué decir de las zonas cercanas a monumentos. Los indicadores de tráfico se convierten en aliados para sostener peticiones del voto explícitas. El propio Puente del Milenio todavía sufre los rigores de la campaña aérea de Vox en forma de globos verdes. PSOE, PP, BNG, Ciudadanos... El mal es de interés general.

Lo legal, peor

Además del feísmo y la ilegalidad de esta propaganda, hay que destacar que lo legal no tiene mucha mejor pinta. Los espacios habilitados para la colocación de carteles deja mucho que desear. Tableros que han vivido tiempos mejores y que se agolpan en lugares tan céntricos como el Parque de San Lázaro o el Jardín del Posío. Si a eso le sumas el desgaste de la propia propaganda... el cuadro es desolador.

Las normas, tanto en la Ley Orgánica del Régimen Electoral General como en la Ordenanza municipal de la capital provincial, lo dejan claro. Pero cuando la lucha por el voto está en juego, parece que las formaciones políticas se olvidan y practican un juego sucio. Sucio por la contaminación que supone para todos. Ciudadanos, monumentos y paisajes.

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