El CSIC experimentó con barreras de paja para frenar la erosión por incendios

El arrastre de sedimentos podría afectar al Támega

La zona afectada tiene una pendiente media superior al 30%. (Foto: XESÚS FARIÑAS)
El arrastre de cenizas y sedimentos en las zonas afectadas por el incendio forestal declarado a principios de este mes entre Arcucelos (Laza) y Vences (Monterrei) podría provocar un grave riesgo de erosión y deterioro del hábitat del río Támega, declarado LIC (Lugar de Interés Comunitario). 'Tres cuartas partes das 382 hectáreas calcinadas neste incendio teñen pendentes superiores ao 30% e o perímetro queimado no borde leste atópase a unha media de 600 metros do río', explica el científico del CSIC y presidente de la Sociedade Galega de Historia Natural, Serafín González.
Esta situación provocaría un aumento del pH en las aguas del río por las propiedades alcalinas de la ceniza, afectando así a la fauna acuícola de la zona, donde se encuentran especies consideradas 'vulnerables' por el Catálogo Galego de Especies Ameazadas, como el mejillón de río, advierte González. Para evitar esta situación, la SGHN ha urgido, con sendos escritos remitidos a la Consellería de Medio Rural y a la Confederación Hidrográfica del Duero, a que se adopten medidas coordinadas en el área quemada para minimizar el deterioro de la zona y de la calidad de las aguas del Támega.

El pasado año, científicos del Instituto de Investigacións Agrobiolóxicas del CSIC ya experimentaron con barreras de vegetación para frenar la erosión provocada por los incendios en el Macizo Central ourensano y retener las cenizas en el cauce de los ríos. Esta intervención se realizó experimentalmente esparciendo paja en lugares estratégicos para que, al engancharse en los tallos de arbustos quemados, impidiese la pérdida de la capa más fértil de tierra.

Un grupo de voluntarios de Adega también ensayó medidas similares en zonas afectadas de Cercedo y Forcarei con resultados exitosos, por lo que reclaman a la Xunta la puesta en marcha de un protocolo de actuaciones para no tener que improvisar, apunta Xan Carlos Fernández, portavoz comarcal de la asociación ecologista. En este sentido, Ríos con Vida, también reclama una política 'real' de protección de los montes orientada a la prevención, al considerarla menos costosa que las actuaciones 'post-incendio' para frenar la erosión, pues 'las zonas calcinadas son de gran extensión y, en ocasiones, ni siquiera se puede acceder a ellas con vehículos', explica el presidente en Galicia de este colectivo ecologista, Mark Adkinson.

La sensibilidad del LIC del Támega para sufrir un episodio contaminante, que podría dejar sin oxígeno la flora y fauna del cauce, se agrava por las características de la vegetación quemada, 'composta maioritariamente por matogueiras de uces e carqueixas', relata Serafín González. Asimismo, la peligrosidad aumenta por el hecho de que desembocan en el Támega dos cursos de agua estacionales (los regatos de Fervenza y Rebordallo), que nacen en el centro de la zona arrasada por las llamas del incendio forestal.

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