Los hechos sucedieron en la noche del lunes y se llevaron 200 euros y tabaco valorado en 6.000

Asaltada por encapuchados: 'Máis que medo, quedeime seca'

'Máis que medo, quedeime seca'. Así asegura que se sintió una vecina de A Bola, Teresa Cabaco Pérez de 56 años, tras ser víctima de un robo con violencia el pasado lunes en una tienda-bar del pueblo de Seixomil.
No habían pasado dos minutos desde que los ultimos clientes habían abandonado el local, cuando dos encapuchados la abordaron en la puerta y le pidieron en dinero. 'Un dos homes agarroume pola espalda, mentras que o segundo me preguntou polos cartos', relata la propietaria del establecimiento situado en la carretera de Celanova a Allariz. Les guió hasta la caja registradora y mientras uno se apoderaba de unos 200 euros en monedas, el otro se dirigió sin mediar palabra a la trastienda.

De una forma mecánica, la propietaria obedeció a todas las órdenes de sus asaltantes que, tras atarla de pies y manos y amordazarla con una cinta, se dispusieron a vaciar las estanterías llenas de tabaco. 'Leváronse uns 6.000 euros en tabaco, facía unha semana que mandaran a mercancía', lamentaba la mujer, con las marcas del secuestro todavía en las muñecas.


ENCAPUCHADOS Y GALLEGOS

Los aproximadamente diez minutos que los ladrones pasaron en el establecimiento, y que para Cabaco Pérez se hicieron eternos, terminaron con la orden de un tercer asaltante, la de una mujer que esperaba en el coche aparcado en la puerta. 'De súpeto, escoitei uns silbidos e una voz de muller gritando: venga vamos; e marcharon', recuerda. Tras desatarse y con el miedo todavía en el cuerpo, llamó a la Guardia Civil para alertar de su situación. 'Cando chegaron xa non había rastro deles, marcharon á présa deixando algunha cajetilla no chan', comenta.

Preguntada por si pudo reconocer a los asaltantes, Teresa Cabaco dice que iban encapuchados y que hablaban gallego, pero que sospecha de que podrían ser de la zona. 'Sabían que eu estaba sola no bar e que nas casas do arredor non vive ninguén', dice , al tiempo que confiesa que 'estou segura de que estiveron esperando agochados nalgún camiño a que marchara o ultimo cliente para entrar'.

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