El avispero de la Policía Local

La progresiva descapitalización de la Policía Local de Ourense recorre treinta y cinco años hasta llegar a la actual situación, con el conocido déficit de medio centenar de agentes dentro de una estructura cada vez más precaria y en la que por debajo de la intendente María Barrera ya solo quedan dos inspectores principales -uno de baja, ambos al borde de la jubilación-, otros dos inspectores y cinco oficiales. El clima interno del cuerpo, en el que se mezclan viejas rencillas y nuevas opciones de prosperar, es descrito por fuentes cercanas como un “avispero”, “polvorín” o “bomba de relojería”. Años 80 La Policía Local es referencia en Galicia por, entre otras cosas, iniciar el servicio del 092. También había un coche camuflado y se innovó con los atestados. Al mando está el suboficial Antonio Torres, cuyo balance se verá empañado en sus últimos años por serias tensiones internas y problemas judiciales -un vecino le llegó a denunciar por agresión, fue absuelto-. Apartado y luego retirado Torres, Núñez quedará al mando de forma temporal. Octubre de 1987 Arranca la carrera en el cuerpo de Abelardo Ulloa. Aprueba la oposición frente, entre otros, al ya fallecido José Luis Carnicero y se convierte en superintendente, un cargo que en Galicia solo tiene Antonio Alfeirán en A Coruña y Carmelo del Castillo en Vigo. Lo que no tiene es vocación, pero sí habilidad para manejarse en la sombra y tejer una estructura al margen del Concello que ningún alcalde osará revertir, y en la que la mentalidad policial se difumina. Noviembre del 2006 Se inaugura la nueva sede de la Local, “los pazos de Ulloa”. El superintendente vive parapetado en su despacho de la primera planta y minimiza su presencia pública al margen de la rueda de prensa anual que usa para apretar, si toca, a los políticos. Ya hace mucho que, según lamentan todas las fuentes, el cuerpo se ha visto frenado, atrapado entre rígidos protocolos y opacidad, descoordinado con la Nacional. Septiembre del 2012 Explota la Pokémon. Ulloa es imputado por cohecho y tráfico de influencias. De las conversaciones en el sumario entre directivos de Vendex se desprende cómo el superintendente, supuestamente, les presionaba para obtener pagos, financiar sus escapadas o el temor que tenían a sus ataques de ira. Un funcionario explica ante la jueza que en las oposiciones "costaba" 70.000 euros el puesto de agente y 55.000 el de bombero. Ulloa es cesado de la jefatura, pero mientras los también imputados Paco Rodríguez y Fernando Varela dimiten él mantendrá su estatus y sueldo (56.000 euros anuales). Agosto del 2013 Los medios publican que Ulloa incluso mantiene su “chófer” y el Concello inicia un expediente que nadie resuelve. La marejada interna va creciendo: la nueva responsable del cuerpo, María Barrera, cuenta con los mandos pero suma desconfianzas en parte de la base, que la observa como una pupila de Ulloa. Eso lo capitaliza el nuevo sindicato SPPME, pronto mayoritario y enzarzado en una batalla con la intendente -rozando lo personal- que todavía sigue viva y con capítulos en el juzgado. También chocan con sindicatos como UGT, que tiene como delegado a Nemesio Gómez, condenado a 1 año y 10 meses de cárcel en 2015 por quitar multas a amigos. Su expediente también murió en Personal y él siguió de oficial. Hasta hoy. Junio del 2019 En su primer día de alcalde, Jácome es multado por aparcar mal -por el mismo agente que lo ha vuelto a sancionar hace unas semanas-. El regidor responde hablando de “mafia policial”. Septiembre del 2019 La tensión entre Jácome y los agentes suma velocidad. En septiembre se celebra el juicio por lo sucedido en febrero en Os Remedios: el todavía no alcalde fue a grabar un aparcamiento indebido de Nemesio Gómez y la historia acaba en una denuncia archivada por coacciones. En octubre, Ulloa se jubila. Mientras, el regidor culpa a Barrera de la fugaz retirada del programa de víctimas del machismo y dice en pleno que la P. Nacional es “muchísimo más seria que la Local”. Octubre 2020 La llegada de Telmo Ucha como edil de S. Ciudadana es recibida en la Local con mucha desconfianza. Se le recuerdan ciertas actitudes y cómo llegó a aparcar en el reservado de Jefatura retando a que le quitasen el coche -opereta similar a la de Jácome en el parking de Concordia-. También en octubre aterrizó Darío Diéguez. Exabogado del oficial que ganó su plaza en el TSXG en 2018 y de otro agente ourensano, ahora una de sus tareas de asesor es modernizar la estructura del cuerpo, algo que en Lugo no pudo completar cuando lo fichó Orozco-fue destituido tras una batalla campal con media plantilla-. Enero 2021 En este mes ya se han vivido varios días sin ningún mando coordinando sobre el terreno. Ante esto, Barrera ha pedido habilitar temporalmente a agentes como oficiales pero fuentes internas exponen su sorpresa por la marcha en esta situación de la intendente y el inspector principal González a un tribunal de oposición esta semana a Pontevedra. La anécdota se suma a un clima cada vez más enrarecido: señalan la instalación hace unos meses en el garaje del edificio policial de unas cámaras que aparentemente nadie sabe quién controla y también movimientos de mandos que buscan prosperar: unos al calor de la jefa y otros, quizás más ambiciosos, con el concejal. Dentro de la plantilla, coinciden los consultados, hay tanta desmotivación como capacidad y cierto hartazgo por comportamientos de un par de compañeros. En cuanto al déficit de personal, sumados 9 agentes la siguiente promoción no se espera hasta verano de 2022 -si no hay piedras como los recursos ya presentados a las oposiciones, delegadas en la Xunta-. Mientras, el balance sigue empobreciéndose: los nuevos coches no ocultan carencias formativas o tecnológicas -los partes se siguen firmando a bolígrafo-, ya no se hacen controles preventivos, patrulla medioambiental o en los barrios. Y apunten otras dos anacronías: no existe un canal estable con los medios -el inspector Baldomero Rubio explicó que ese rol lo hace en su "tiempo libre"- y los agentes que inician su jornada nunca han tenido un informe sobre lo sucedido en el anterior turno, lo que en la práctica dificulta seguir una investigación.