Los baches hunden el centro de Ourense

Las circunstancias afectan al vocabulario, y si en este año de pandemia se hicieron cotidianas expresiones como cribado o inmunidad por todo el mundo, en la ciudad de Ourense la parálisis municipal ha traído una mayor riqueza léxica en todo lo que respecta a hoyos, socavones y baches, en gallego 'fochos' y 'fochancas'. Y los badenes perdían su sentido al acumularse tantas otras irregularidades espontáneas en el firme. Algunos de los socavones (ya apodados como 'socabrones' por algunos vecinos), como los que crecen al margen de la calzada en la rúa Concordia, son tan grandes y profundos que pueden aparcar motos dentro de ellos. Buena parte de las poblaciones gallegas, si no todas, cuentan con algún barrio en mal estado, normalmente dentro de sus áreas periféricas o de menor densidad poblacional, que a menudo cuesta proveer de recursos. Pero lo paradigmático de la ciudad de Ourense es que el abandono afecte hasta a su propio centro urbano, la zona más visitada, y con un gran número de vecinos que demandan servicios básicos. "Yo tengo un hijo pequeño y casi todos los parques infantiles están mal, incluso el de San Lázaro" Y la mayor muestra del abandono a las asociaciones de vecinos de la ciudad es que la del centro no tiene ni sede desde hace casi dos años. "Nos prometieron que estaría lista en junio. Tal y como está el Concello, bajo mínimos, que no se ponen de acuerdo para sacar adelante nada, esto es el camarote de los hermanos Marx. Es un despropósito el estado de las calles Bedoya, Valle Inclán, Juan XXIII...", destaca su presidenta, Patricia Sanmartín. MALESTAR CIUDADANO Mientras, quienes residen en el centro o lo visitan cada día muestran su indignación. María Martín lamenta el estado de edificaciones históricas de la ciudad: "Los perros orinan en los edificios de piedra y se vuelve toda negra". "Un anciano se partió la nariz el otro día en rúa Concordia al tropezar con un boquete" Por su parte, Samantha Gómez añade que "casi todos los barrios, y también el centro, están muy mal cuidados. Tengo un hijo pequeño y los parques están hechos un asco. Ni siquiera el de San Lázaro está bien", lamenta. Frente al puesto de trabajo de Montse Ramos en rúa Concordia, un coche se cargó la máquina del servicio de la ORA. Sigue allí el desperfecto. También en el mismo lugar, hace unos días un anciano "se partió la nariz al tropezar con un boquete", recuerda. Es Concordia aquella calle que se supone peatonal pero confunde a los vecinos. Pasan decenas de coches a cada minuto en los momentos más concurridos de la jornada. "Antes se multaba a todos los que entraban", recuerda Ramos. Ahora el tráfico es constante, por momentos incluso denso y los coches tienen que esperar a la cola.