Bailar pegados deja de ser bailar

Bailar con la mascarilla puesta todavía resulta extraño, pero es el peaje necesario para volver a disfrutar del ocio nocturno y los ourensanos están dispuestos a hacerlo. Las calles de Os Viños recuperan poco a poco la actividad mientras los locales se blindan para evitar posibles contagios. Los largos meses de persianas bajadas aún están muy recientes, y su recuerdo actúa como mejor prevención. La máxima de la nueva normalidad está clara: "Sin mascarilla puesta, aquí no se entra". Y bien puesta. Sin botellón La noche del jueves se esperaba movida tras los últimos exámenes de la ABAU, la reapertura de varios locales y los ecos del descontrol nocturno de otras ciudades españolas. Los jóvenes salieron a celebrar el fin de las pruebas –también la graduación, en el caso de los estudiantes del colegio Maristas–, pero no hubo escenas de macrobotellones ni aglomeraciones. El Parque de la Zapatilla acogía a una veintena de personas pasada la una de la madrugada, mientras la Praza da Estrela, últimamente convertida en epicentro del "copeteo" ilegal, lució vacía la mayor parte de la noche. Los vecinos de la zona ya han vivido noches de griterío bajo sus ventanas en plena desescalada, por lo que reiteran a la Policía Local la necesidad de mantener la zona controlada durante las próximas semanas. Esta noche será la prueba de fuego para saber existe concienciación entre la juventud, o si la actitud del jueves fue un mero espejismo. Registros en puerta Las calles Pizarro, Lepanto y Luna centraron gran parte de la actividad nocturna, con animación desde poco después de medianoche. En las puertas de los establecimientos no faltaron medidas de control para respetar los aforos, limitados por ley, y desde los negocios no dudaron en repetir una y otra vez las nuevas medidas impuestas. Locales como Templo señalizaron en el exterior del establecimiento el espacio acotado para la cola, para evitar aglomeraciones frente a la puerta. Los clientes esperaban en la fila durante la noche del jueves con la mascarilla puesta, atentos a la señal de los porteros para poder entrar. Códigos QR para registrarse y colas acotadas: la nueva realidad nocturna de las calles de Os Viños Los trabajadores del pub "K,oba", que levantaba la persiana por primera vez tras la crisis sanitaria, se ocuparon de enseñar a los clientes cómo registrarse para poder acceder al interior. "Tes que pasar o móbil polo código e xa che redirixe a unha páxina onde escribes os teus datos e o teu teléfono. Se pasa algo, poden contactar contigo", explicaban a un joven desorientado. "Agora, hidroxel. Non toques, sae automático. Perfecto, podes entrar". En la pista, un panorama muy distinto al habitual: los grupos de jóvenes se contonean al ritmo de "Tusa" con las mascarillas puestas. En la barra, los clientes piden sus consumiciones a distancia –la nueva normalidad exige gritar un poco más para hacerse oír a través de la tela–, y los camareros se encargan de servir, mantener la zona limpia y recordar la importancia de mantener la protección facial. En el exterior, el uso de la mascarilla todavía flojea –más de uno se enciende un cigarro tras otro y la quita, o se la deja en la barbilla para hablar con los amigos con mayor comodidad–, pero se respeta la distancia entre grupos. Algunos locales, como El Patio Andaluz, venden mascarillas a 1 euro a sus clientes para asegurar que nadie se quede fuera por olvidadizo. Todavía falta saber si esta noche la afluencia nocturna dejará suficientes huecos libres en las calles de Os Viños para evitar aglomeraciones y no repetir escenas vistas durante las últimas semanas. Las autoridades sanitarias recuerdan la importancia de respetar el protocolo, sobre todo después de conocerse un rebrote de casos de coronavirus en el municipio ourensano de Beariz.