Análisis

El barrio de San Francisco, una oportunidad para el patito feo

La plaza de la biblioteca, en el barrio de San Francisco.
photo_camera La plaza de la biblioteca, en el barrio de San Francisco.
La biblioteca pública que se acaba de inaugurar permite al barrio ser el que más equipamientos culturales de gran formato tiene. Es una oportunidad para dar personalidad a una zona de aluvión

La ciudad tuvo que esperar más años de los prometidos para contar con su nueva biblioteca pública, pero es una realidad desde hace días. En el mismo espacio está el auditorio municipal, el claustro de San Francisco —pronto sede del archivo histórico—, el Museo Arqueolóxico —con sede provisional, en espera de la recuperación de su sede original en la Praza Maior—, la Escuela de Teatro o el Bien de Interés Cultural que diferencia al cementerio.

Es una oportunidad para el barrio —en torno a 10.000 habitantes en el entorno—, lo es para la ciudad por extensión —algo más de 105.000 habitantes—. Algo más de 15 millones de euros se han invertido en la biblioteca y el archivo histórico, a lo que habría que sumar otras inversiones públicas en equipamientos ya en funcionamiento en la zona.

Mayor interés turístico, nuevas posibilidades para transformar el barrio o una oferta inmobiliaria de mayor atractivo en el lugar son algunas de los retos que se abren para San Francisco. Los nuevos contenedores culturales "son elementos importantes para poder articular la ciudad, dar atractivos más allá de la calle del Paseo o Santo Domingo", razona el arquitecto Alberto de Paula. 

Pero la oferta de entornos culturales en sí misma no reportará beneficios en su conjunto si no hay mejora en los servicios, algunos tan básicos como un mejor transporte público o sistemas que ayuden a vencer la fuerte pendiente que hay para acceder desde algunas zonas urbanas. José Fernández Salgado, de la inmobiliaria Galiurbe, tiene claro que las dotaciones existentes "beneficiarán al barrio, sin duda, pero no creo que haya un bum para comprar o alquilar una vivienda". Cree que es un lugar "con sus cosas buenas y sus cosas malas y estas últimas siguen prevaleciendo". Sostiene que "la repercusión no es la que se verá en A Ponte con la llegada del AVE o como si se instalase El Corte Inglés". 

Por lo tanto, los precios apenas se verán alterados: en torno a 400 euros el alquiler por un piso medio de 85 o 90 metros cuadrados. Fernández Salgado zanja la cuestión adelantando que "los precios no subirán, eso seguro". Descarta que el entorno pueda tener  incluso interés para apartamentos turísticos "porque quizá sea una mejor zona el casco histórico o el centro urbano". 

Sin embargo, biblioteca, archivo, auditorio, el cementerio como monumento o los nuevos espacios generados pueden tener su atractivo turístico. Entran de lleno en el menú de la promoción: "El turismo cultural es un hecho, pero tiene que venir acompañado de una programación alternativa", aporta José Antonio Fraiz, profesor de la Facultad de Turismo y coordinador del Master en Dirección y Planificación del Turismo. 

¿Cómo pueden complementar los nuevos espacios a San Francisco o la ciudad en su conjunto? Fraiz lo tiene claro: "Además de proporcionar más oferta a la ciudad, también añade cosas que ver para el visitante, por lo tanto puede incrementar la estancia media". O sea, el catálogo de cosas que ver en la ciudad puede incrementarse a partir de ahora.

Pero a San Francisco y al entorno le faltan servicios más eficaces, un urbanismo más amable que mitigue la huella de un barrio de aluvión, empujado por el desarollismo de los años 60 del pasado siglo. "La zona ha estado bastante abandonada y su modernización debe ir acompañada de intervenciones públicas y privadas para corregir esos déficits", dice el arquitecto Alberto de Paula. Define la zona como "un conjunto de calles estrechas en su mayoría, colmatadas por la masificación de las viviendas". En todo caso cree que los espacios culturales pueden darle "una oportunidad a esa parte de la ciudad".

A futuro San Francisco podría generar una marca como barrio cultural si se acompañan las inversiones públicas con espacios más agradables para vivir y para atraer a nuevos visitantes.

Mientras se abre el debate sobre el aprovechamiento de los contenedores culturales el comercio del barrio sigue afectado por el impacto de la crisis y la revisión del modelo de venta, y alguna de sus calles esperando siquiera algo de mantenimiento. La inercia del barrio puede cambiar, pero no lo hará solo por tener una biblioteca o un conjunto histórico recuperado. Hará falta empeño social e institucional. 

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