MUSEO

Las batallas contra el crimen a través de un millar de piezas

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photo_camera Los uniformes evolucionaron del azul, al gris y al marino.

El Museo de la Policía Nacional de Ourense recibe al año una media de 500 visitas, ciudadanos atraídos por la historia de un cuerpo con más de un siglo a sus espaldas.

Cerca de un millar de piezas, repartidos en tres estancias de la planta baja de la Comisaría de As Lagoas, hablan de la cultura policial y la evolución de la criminalidad. Pero, sobre todo, entre las paredes del Museo de la Policía Nacional de Ourense se agolpan historias. Alguna, para no dormir. Una extraña mezcla, como la vida misma, de anécdotas amables y trágicas.

Este espacio, con una evidente vocación pedagógica, muestra con realismo los entresijos de la actividad policial pero también las múltiples manifestaciones del crimen: cómo grupos terroristas causaron cientos de muertos con una simple tartera de plástico (bombas lapa), los ladrillos de las "cárceles del pueblo" de ETA (espacios de 2 metros por 1,50 sin luz natural en donde se retenía a las personas secuestradas) o los estiletes que matan de un puñalada certera. O traicionera.

El museo, que se proyectó hace 10 años, está pensado para el ciudadano. "La Policía Nacional se creó en 1824 y este museo permite conocer de forma organizada o individual, previa solicitud, la historia del cuerpo, ofreciendo una visión clara de la evolución de los medios policiales", explica el inspector jefe de Seguridad Ciudadana, José Manuel Barbero Corchete. Cada año lo visita una media de 500 personas, sobre todo colegios o asociaciones vecinales.

Permite recordar cómo era todo antes de que la informática allanara el camino que lleva hasta el delincuente. Uno de los primeros expositores (1920-1940) recuerda a aquellos detenidos a los que se les "hacía tocar el piano"para imprimir sus huellas en tinta (la reseña decadactilar del pasado). Y lo que en el presente posibilita el Sistema Automático de Identificación Dactilopalmar (SAID) para cotejar huellas en menos de un minuto antes requería mucha lupa, paciencia y días. Aunque no todo ha cambiado tanto: los reactivos para destapar las huellas -los llamados "polvitos mágicos" de los maletines tipo CSI- han sobrevivido al tiempo.

En este espacio llama la atención la forma de archivar de una Policía sin ordenador. Tarjetas manuscritas, incluso con pluma, ordenadas por orden alfabético en un mueble metálico de color verde. Ahí, están miles de nombres de delincuentes fichados en Ourense entre 1824 y los años 90 del siglo pasado. Desde el que robó una gallina porque tenía hambre al que degolló al vecino que le movió el marco de la finca . Según resalta Barbero, "toda una muestra del trabajo metódico de entonces".

Una de las mesas recuerda el legado letal de medio siglo de terrorismo en España y los métodos macabros de ETA y los GRAPO para matar. Solo la primera organización terrorista perpetró 858 asesinatos y la segunda, 84 muertes. Hay un trozo de metralla que narra la explosión de un coche bomba en la explanada de la Comisaría de As Lagoas a las 06,30 horas del 5 de junio de 1988. Hubo media docena de turismos afectados, rotura de cristales de los edificios aledaños y un agente herido de carácter leve.

También aparece un ladrillo de las llamadas cárceles del pueblo donde permanecieron los empresarios Diego Prado y Colón de Carbajal y Emiliano Revilla o una máquina para descifrar los mensajes terroristas.

Hay estancias más amables con distintas cámaras fotográficas, mascaras antigás de los años 40 del siglo XX o la recreación de una sala del 091 en la que el código Morse servís para comunicarse con otras dependencias.

La sala dedicada al tráfico de drogas recrea una estación portátil para cultivar marihuana así como una colección de efectos intervenidos en Ourense en operaciones antidroga En el apartado dedicado a los robos, se incluye una caja fuerte que no pudo sucumbir a un disco abrasivo. Historias que dejaron un rastro material y humano . 

Libros que son bombas

El poder destructivo de las organizaciones terroristas queda recogido en el museo a través de una bomba-libro de los GRAPO que se activa con alivio de presión. Sin olvidar la bombas-lapa de ETA -fiambreras con Titadine- capaces de subir un coche hasta un segundo piso. 

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Pinchazos que matan

Las delitos de lesiones tienen una incidencia importante en la estadística policial de ahí que haya un expositor con armas blancas requisadas en operaciones. Aparecen puñales o finísimos estiletes que matan con discreción. Sin olvidar los puños americanos que intensifican las lesiones. 

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El móvil “encarcelado"

La lata de Cocacola no siempre esconde el burbujeante refresco. En la cárcel de Pereiro se requisó un envase con doble fondo para ocultar un móvil que intentaron pasar a los detenidos por el atraco a la joyería Cota en junio de 2006. 

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