CAMINO DE SANTIAGO

Cacharrón: “El Camino debería tener un patronato nacional"

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photo_camera Cacharrón, con su ligro.

Acaba de publicar "Crónicas de un bicigrino", en las que une su propia experiencia con la historia

Curiosidad, pasión y mucha disciplina son algunos de los ingredientes que Alberto Cacharrón cultiva tenazmente para poder llegar, no sólo a vivir aventuras deportivas, sino también a plasmarlas en libros, y ya van cuatro. El último: "Crónicas de un bicigrino. Los Caminos a Santiago. Guía para iniciados", que el autor, según explica, ha querido dividir en dos partes: "Primero, cuento la historia del Camino de Santiago escapando de los mitos de la iglesia, busco la historia real; y en la segunda parte, narro mi experiencia sobre los seis caminos que hice: el francés, el inglés, el camino del norte, la vía de la plata, el camino portugués y el primitivo, y cada uno de ellos desde su origen".

Cacharrón recuerda que esta nueva aventura literaria comenzó "por mi deseo de intentar descubrir qué era el cicloturismo. Me gustó tanto que decidí hacer los seis, uno por año. Después empecé a rebuscar en la historia y acabé con el libro. Terminé los caminos en Santiago, excepto el último, que rematé en Finisterre, porque realmente el camino era un camino espiritual anterior al cristianismo, que utilizaban los celtas para llegar al fin de la tierra."

Pero para estar siete años haciendo caminos, el peregrino o "bicigrino" debe encontrar algo especial en ese recorrido, en el caso de Cacharrón fueron varias cosas: "El arte, la historia, conocer gente de todas las culturas y estratos sociales. También me enganchó la geografía, es como recorrerla a cámara lenta porque en bicicleta vas por caminos impensables en coche, y, cómo no, la gastronomía". Aunque todos los caminos lleven a Roma, o en este caso, a Santiago, nada tienen que ver entre sí. "El especial, sin duda, es el francés, con muchas diferencias. Es un camino muy cargado de energía, de espiritualidad, de arte y es, por eso quizás, el Camino de los caminos", asegura Alberto Cacharrón.

Acostumbrado a andar en bicicleta, descubrió que, sin embargo, el cicloturismo poco tiene qué ver: "Con la bici, entrenas para ir a competiciones, y es de corto recorrido. Pero el cicloturismo es viajar sin prisas, a cara descubierta y parando donde quieres. Para mí, es sinónimo de libertad", asegura, "aunque los más puristas mantienen que debe hacerse andando".

Vivir en contacto con esa naturaleza no le ha impedido ver las carencias de estas rutas, "lo que encontré fue una deficiencia a la hora de gestionar algunos caminos. Creo que tenemos un potencial brutal y no lo está aprovechando la administración. Para mí debería haber un patronato nacional y no dejar esto en manos de las administraciones locales ni autonómicas, porque te das cuenta que cada una señaliza como quiere, y señales que deberían estar unificadas, tienen significados diferentes, según el lugar". El libro está orientado "para quien se quiera iniciar. Cuento todos los detalles que uno debe conocer para disfrutar al máximo." Pero estos seis caminos no han sido más que el prólogo de su gran sueño, "ir desde Jerusalén a Roma y a Santiago, en bicicleta y solo. En eso me estoy preparando". Pero deberá esperar a que acaben algunas guerras.

Cacharrón sabe lo que es cumplir con los retos. Lleva años practicando deporte de aventura, que define como "naturaleza, a veces tocando un poco el extremo. Creo que un poquito de riesgo le hace falta para darle ese componente que tiene que tener", pero sabe también que " hay que tener cabeza y hay que estar preparado. Es imprescindible tener disciplina, sacrificio y voluntad".

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