Cada ourensano tira al año 25 kilos de alimentos a la basura de su casa

Un hombre y dos mujeres buscan alimentos en un contenedor situado junto a un supermercado de la ciudad. MARTIÑO PINAL
photo_camera Un hombre y dos mujeres buscan alimentos en un contenedor situado junto a un supermercado de la ciudad. MARTIÑO PINAL
Las parejas jóvenes sin hijos son las que más despilfarran, sobre todo frutas, pan fresco, vegetales, leche, queso y yogures

En la provincia se tiran a la basura 7,7 toneladas de alimentos cada año, según se extrae de los datos sobre desperdicio alimentario publicados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en 2021. Es decir, cada ourensano desperdició alrededor de 25 kilos de comida, un consumo que se podría reducir fácilmente y que permitiría cubrir las necesidades alimentarias promedio de un adulto durante casi un mes. “Todavía despilfarramos mucha comida, no somos conscientes”, asegura Natalia González, del Banco de Alimentos de Ourense, una situación que “choca frontalmente” con la actual situación de inflación en los precios de los alimentos. 

Lo cierto es que la cifra se redujo respecto a 2020, cuando  cada ourensano tiró 30 kilos de alimentos a la basura (más de 9 toneladas en el conjunto de la provincia). Los datos ourensanos, en la misma línea de los nacionales, muestran que el año de la pandemia el despilfarro creció, contra todo pronóstico. El confinamiento, así como las posteriores restricciones en hostelería, son dos de las principales razones que explican el aumento de los desperdicios alimentarios en las viviendas.  

La gran mayoría de los alimentos que termina en la basura ni siquiera se ha llegado a cocinar, es decir, tal como llegaron a casa, se van. El 80% de la comida despilfarrada en la provincia no se había cocinado, mientras que solo el 20% procedía de restos de recetas ya preparadas.

Por productos, según los datos recogidos por el Ministerio, los perecederos son los más desechados: frutas, vegetales, pan fresco, lácteos y derivados lácteos (queso y yogures). En el otro extremo, como los alimentos que menos se tiran a la basura, se sitúan los sazonadores y las especias, salchichas, frutos secos, conservas vegetales y frutas en conserva, pizzas y aceite. 

Por recetas, los más desperdiciadas son los restos de potajes, cocidos, sopas y cremas, platos con base de carne y platos con base de pasta. Por el contrario, los platos con productos de charcutería, con marisco y los platos con base de harina son los que menos se tiran.

En cuanto al perfil de los más consumidores más despilfarradores, las parejas jóvenes sin hijos son, con diferencia, los que más comida tiran a la basura, seguidos de las parejas con hijos menores de edad. Las familias monoparentales, por su parte, son las que menos alimentos desperdician, así como los jóvenes independizados. 

Una nueva ley

El Gobierno aprobó el pasado junio el proyecto de Ley de Prevención de las Pérdidas y Desperdicio Alimentario, para evitar el despilfarro tanto en los hogares como en toda la cadena de recolección, distribuición y venta de productos. Mientras el texto sigue su tramitación parlamentaria (todavía no se ha aprobado en el Congreso), asociaciones y colectivos reclaman su puesta en marcha.  

La normativa incluye la obligatoriedad de que todos los agentes de la cadena alimentaria cuenten con un protocolo contra las pérdidas, así como con protocolos de donación de alimentos en buen estado a asociaciones como los bancos de alimentos o colectivos desfavorecidos. Además, en los establecimientos se fomentará la venta de productos “antiestéticos”, aquellos que son retirados, simplemente, por su apariencia, aunque estén en condiciones aptas para el consumo. 

Natalia González, del Banco de Alimentos de Ourense, valora en positivo la normativa, y espera que se apruebe y entre en vigor en breve: “Está tardando en entrar en vigor, ojalá sea pronto, porque nos ayudaría mucho”.

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