REPORTAJE

Cafeterías: facturas, ningún ingreso y miedo ante una reapertura tardía

Pepe Alonso, propietario del Beker, posa ante su establecimiento cerrado (ÓSCAR PINAL).
photo_camera Pepe Alonso, propietario del Beker, posa ante su establecimiento cerrado (ÓSCAR PINAL).
La preocupación de los propietarios se divide entre el parón y el temor social que puede surgir después de la cuarentena 

Sábado, 14 de marzo. Una fecha marcada para todos, aunque para unos más que para otros. Ese día entraba en vigor el estado de alarma y, con ello, el cierre temporal de muchos negocios. En primera línea de esa batalla económica (la sanitaria iba por delante), los hosteleros. Las cafeterías y bares de la ciudad bajaron la persiana hasta un nuevo aviso que aún se intuye incierto. Fueron los primeros en cerrar y, temen, que sean los últimos en abrir cuando la normalidad se instaure poco a poco. Entre medias los ERTE, pagos que siguen llegando haciendo oídos sordos a los nulos ingresos y preocupación, mucha, por el presente y el futuro. 

"Las facturas siguen pasando por el banco igual, sigo pagando todo, el 100%. Salvo la luz, que ofrecieron un aplazamiento. Tuve que hacer un ERTE a los nueve empleados, que estoy pendiente de saber si está aceptado o no. Escucho que va a haber ayudas, pero por el momento nada. Uno tiene un poco de colchón, pero de estar tanto sobre él se acaba desinflando", afirma Pepe Alonso, del Beker. 

Las tres semanas largas en blanco hacen mella. Pero el encargado de un establecimiento mítico en la ciudad tampoco anticipa un corto plazo mucho más agradable. El problema gordo no es ahora, será cuando abramos, que será bajo mínimos. ¿De dónde sacará el dinero para pagar, por ejemplo, al personal? El reinicio va a ser duro. Quedará mucho por batallar. Tendremos que buscarnos la vida".

Alonso divide su tiempo entre el encierro ("la salud es lo principal") y alguna visita puntual al Beker para recoger la prensa que se acumula y controlar que todo esté en orden. "Tienes unas cargas encima muy grandes. Descontento no, lo siguiente. Psicológicamente se sufre mucho. Pero hay que tragar, qué le vas a hacer. Una incertidumbre y una falta de información que afecta. En casa, dándole vueltas a la cabeza. Esto no se lo podía imaginar nadie. Dar gracias de no estar contagiado y que nadie cercano lo esté", señala.

OURENSE (CAFETERÍA BÉKER). 06/04/2020. OURENSE. Retrato de Pepe Alonso, gerente de la cafetería Béker. FOTO: ÓSCAR PINAL

Nuevo proyecto

En el caso de Manuel Requejo, la crisis sanitaria se cruzó en un nuevo proyecto. La tapería Os Caneyes abrió sus puertas el pasado mes de diciembre en el barrio de A Ponte. Y cuando el trabajo iba dando sus frutos, frenazo en seco. "Aquí estoy, recogiendo la mercancía que se va estropeando. Esa está siendo mi tarea. Y con la incertidumbre de ver cuando se arreglará esta situación. Mientras, pagando facturas, que esas no están en cuarentena. No hay forma. Abrimos el 12 de diciembre. Pagar reforma, alquileres... Cuando decidimos este proyecto, ¿quién iba a planear esto?", lamenta.

Sobre plazos no hay nada escrito. Esperar y ver las decisiones que toman los gobernantes parece la única opción de este negocio con aroma familiar. "Somos mi mujer y yo, más un trabajador, al que le hicimos ERTE, y una chica contratada por horas. Hay que intentar salir adelante, pero a ver con qué ayudas. Toca esperar y ver como evoluciona todo. Y me temo que, este sector, será el último en abrir otra vez. Por lo que escucho", destaca Requejo.

Más tiempo lleva en marcha la cafetería Lux, en la avenida Alfonso Rodríguez Castelao. Julio Rodríguez, su propietario, se acogió a un ERTE para sus diez empleados porque "era imposible manterse doutra forma". "Isto está a ser un quebradeiro de cabeza para todos dende que pechamos o venres 13 de marzo ás 00:00 horas. Estos sectores vivimos moito da clientela local, máis o complemento dos turistas que van chegando. Agora non temos nin unha cousa nin outra. Vamos a sufrir. Pero é por causa de forza maior, temos que aguantar, soportalo e asumir que estamos ante momentos complicados", apunta.

Una máxima en hostelería deja claro que nunca es buen momento para cerrar. Pero incluso en este aspecto tampoco han tenido fortuna desde el sector. "Estos días festivos de Semana Santa, máis o sol, o inicio do verán, todo eso era un plus para estos negocios. E non so iso, e a incertidumbre. Como imos arrancar? Imos ter clientes suficientes? A xente vai ter medo? Entendo que, ata que exista unha vacina, a xente vai ter ese temor social e o vamos a sufrir. O 'chip' vai cambiar. O comercio o notará e a hostelería en particular. E ainda por riba se rumorea que, nesa progresiva normalidade, seremos os últimos en abrir", aventura Julio preocupado.

Uno de esos establecimientos que se favorecía del tránsito de trabajadores es la cafetería Tribunal, situada al lado de los nuevos juzgados. ERTE para sus nueve empleados. "Era o eso o todos a la calle. Y no quería esta última opción", deja claro su propietario, Martín Pontes. "Estamos en una situación delicada. Lo sabemos. Pero me preocupa más qué va a venir después. Creo que la gente tendrá miedo, pero confío en que se mantenga la cultura de cafetería que tienen los ciudadanos. Espero que no se note tanto cuando volvamos a abrir", afirma.

Denominadores comunes para negocios de alto riesgo en esta situación. Recuerdan bien cuando han cerrado, pero no tienen pistas de en qué fechas podrán levantar sus verjas de nuevo. Falta de ingresos, poca concreción en las ayudas y temor ante los comportamientos sociales que surjan de esta crisis sanitaria, resumen de sus preocupaciones. Toca esperar.

Te puede interesar