El cambio climático reta al paisaje, la economía y la salud de los ourensanos

Ourense alarga su verano en 14 días cada década; en 2020, la provincia vivió su año más cálido desde que hay registros históricos, y este año hidrológico 2021-2022 está siendo el más seco de toda la serie histórica en el sistema hídrico ourensano. Esos tres titulares son una descripción rápida de la realidad climatológica en la que está inmersa la provincia. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) adelantaba esta semana que cuatro indicadores clave del cambio climático (concentraciones de gases de efecto invernadero, subida del nivel del mar, contenido calorífico y acidificación de los océanos) batieron récords en 2021. “Es solo cuestión de tiempo que vuelva a batirse el récord de año más cálido jamás registrado”, advierte el secretario general de este organismo, Petteri Taalas. El cambio es ya real y obligará a transformar las costumbres. Son muchos los retos a los que Ourense se enfrenta. Cultivos importantes, como el vino y la patata, se la juegan, y los problemas de salud se pueden agravar, especialmente alergias y enfermedades cardiorrespiratorias. Mientras, se abre la puerta a nuevos cultivos y un cambio drástico del paisaje, también el urbanístico. VERANOS MÁS LARGOS Los episodios meteorológicos extremos serán cada vez más frecuentes, en forma de inundaciones o sequías prolongadas. La provincia sufre un calentamiento progresivo, como explica el experto de la Agencia Estatal de Meteorología César Ballesteros. En un informe sobre las principales ciudades de España y su evolución desde 1950, señala que Vigo y Ourense son las que presentan una tendencia más pronunciada a estirar los veranos. En el caso ourensano, cada 10 años se alarga en 14 días el periodo estival. Hoy, la duración media es de 81 días, pero en 50 años los ourensanos vivirán estíos de hasta 150 jornadas. Además, “se esperan unos 45 días de calor extremo anuales”, advirtió la coordinadora del grupo de investigación Ephyslab, de la Uvigo, María Teresa de Castro. DESERTIFICACIÓN E INCENDIOS En su informe sobre descarbonización en España, el Observatorio de Sostenibilidad sitúa a Ourense, junto a Lugo, como la provincia española donde más se reducirán las lluvias en tres décadas. Así, prevé que en el horizonte 2050 se registre de media la mitad de precipitaciones anuales que ahora. Se producirá una “xerificación”, un proceso de desertización que hará que el paisaje del interior gallego acabe siendo más parecido al interior de Almería que a Asturias, y los prados verdes acaben tiñéndose de color tierra, al irse transformando los bosques mixtos caducifolios en parajes con especies más típicas de suelos secos. Según este observatorio, Ourense es la séptima ciudad española que más se ha calentado desde 1974, pasando de 13,7 a 15,8 grados, más de dos grados de calentamiento en medio siglo, muy por encima de los 1,6 grados de la media española. Esta “radicalización” de las condiciones meteorológicas trae, además, consigo una mayor presencia de los denominados “incendios de sexta generación”, también conocidos como “tormentas de fuego”, y que se han vivido ya en el sur de España y alguna zona de Portugal: son fuegos de propagación extrema muy difíciles de extinguir. SECTOR PRIMARIO Cambiar las ubicaciones de los cultivos, vendimias cada vez más tempranas, pérdida de acidez y mayor graduación alcohólica de los vinos, afección en las patatas (cuya temperatura ideal oscila entre 15 y 20 grados) y mayor presencia de patógenos favorecidos por el cambio de clima son algunas consecuenciass, como advierte el grupo de investigación Epshyslab, de la Uvigo. La receta, en el caso del vino, el cambio en la ubicación de viñedos, buscando zonas más sombrías o de mayor altitud. El cambio climático abre la puerta también a nuevos cultivos. En A Limia es cada vez máz es más frecuente la plantación de colza, más resistente a la sequía, pero la amenaza se cierne sobre la patata y el cereal tradicional. El técnico del Centro Agrogandeiro de Xinzo, Servando Álvarez, apuesta por diversificar los cultivos y recomienda ya una búsqueda de cultivos que no dependan en exceso del agua: la colza, las leguminosas o nuevos tipos de cereales: “Cuanto más diversifiquemos y menos dependamos de un solo producto para soportar la economía agraria provincial será mejor”. El sector de la miel sufre “producciones irregulares”, que varían en un 50% de un año para otro. “O cambio climático afectou as abellas”, dice Xosé Torres Romar, presidente de la Asociación Galega de Apicultura, que emplaza a las administraciones a “actuar xa”, ya que “nunha comarca onde estám a desaparecer as abellas é sinal de que algo non está indo ben para a saúde humana”. FAUNA La fauna también sufre, especialmente los anfibios, que precisan humedad para sobrevivir. Hay especies en peligro de extinción y, como explica el presidente de la Sociedade Galega de Historia Natural, Serafín González, si bien no se puede atribuir directamente al cambio climático, este “contribuye de forma significativa” a ello, como en el caso de la perdiz pardilla o la tarabilla norteña. Otras especies, sin embargo, han empezado a asentarse, provenientes del sur, por el calentamiento, como el buitrón, la curruca cabecinegra o el ruiseñor bastardo. SALUD Y URBANISMO Se esperan, como explicó de Castro, olas de calor más frecuentes, con un consecuente “aumento de enfermedades cardiorrespiratorias”. En la ciudad, hay una ola de calor al año “y las proyecciones para 2100 en el escenario más desfavorable estiman seis anuales”. Además, en 2100 se esperan 45 días de temperaturas extremas, lo que conllevará cambios, como “crear más zonas verdes o construir viviendas que aíslen del exterior” “La comarca de Valdeorras será la que más sufra los efectos climáticos en sus viñedos” Franciso Javier Rodríguez Rajo y María Fernández González, decano y vicedecana de Ciencias, están el el grupo de investigación de Plantas, Suelo y Aprovechamiento de Subproductos. Explican los retos que se avecinan, con especial incidencia en el vino, ya que su grupo ha hecho un estudio sobre la afección del cambio climático en las cinco denominaciones de origen gallegas. “La vid es un bioindicador perfecto del cambio climático”, explica Fernández, que resalta que con sus estudios del periodo 2000- 2015 con proyecciones de futuro concluyen que Valdeorras es la DO que más sufrirá el cambio climático, siendo la menos afectada Rías Baixas, ya que el océano provoca un “efecto termorregulador”. Cuanto más al este, mayor es la afección. Valdeorras camina hacia la “meditarreanización y aridificación”, mientras que Rías Baixas, y también O Ribeiro, “no van a sufrir tanto”. Es decir, en las zonas más pegadas al Atlántico habrá producciones más regulares, y cuanto más al oriente de la provincia el grado alcohólico crece y HAY más acidez en el vino. Las recomendaciones pasan por “trasladar el cultivo de la vid en zonas de valle hacia zonas de montaña, para evitar la insolación y el déficit hídrico, porque hay que pensar que en 50 años a lo mejor no tenemos agua suficiente “.insiste, además de elevar las zonas de cultivo, en apostar por variedades más resistentes al calor y la sequía, como su compañero Rajo, que apuesta por “utilizar variedades autóctonas”. En el caso de los nuevos viñedos, pide apostar por la investigación para buscar ”nuevas formas y técnicas de riego o de poda”. Además, otro de los problemas reside en laprenvención del ataque de los fitopatógenos, al existir tantos eventos extremos. “Ya hay que preparar tratamientos por parcelas y no por el conjunto de la DO, al ser todo tan cambiante…”, lamenta Fernández. “El trabajo se ha multiplicado y vemos que las estrategias que teníamos ya no funcionan”. Esta especialista en Botánica señala que han detectado que la patata, que analizan en Sandiás, necesita “ser regada más veces por cada ciclo” y que “cada vez hay más presión de los patógenos”. En cuanto al olivo, que estudian en Moreiras (Toén), es también un buen bioindicador del cambio climático, y se muestra “mucho más resistente” que la vid al déficit hídrico. “La oliva no se hincha tanto, pero las pérdidas son mucho menores y casi no afecta a la producción de aceite”. En conclusión, Rodríguez Rajo llama la atención: “Hay que empezar a ver que el agua no nos sobra, hay que racionalizar su uso”. Además, aunque llueva lo mismo, se concentra en episodios más extremos y los suelos “no absorben lo mismo”. Sostiene que en las zonas de interior se hará más patente el efecto del cambio climático: “En la zonas de más altitud y continentalidad más influencia ejercerá”. Alergias Recuerda que también afectará con los años a las personas alérgicas, ya que los estudios advierten de “mayor producción de polen” a medida que las temperaturas aumentan. En líneas generales, Rajo apunta que los efectos del cambio climático se notan más “a finales del invierno y principios de primavera”, diluyéndose después. Juan Gestal: “Es cada vez más factible una epidemia de dengue en Europa” “Los países se han organizado y adoptado planes de prevención, sobre todo en personas de más edad y crónicos, para minimizar los efectos sobre la salud desde la importante ola de calor de agosto de 2003, que pilló por sorpresa a Europa, ocasionando una elevada mortalidad”, explica Gestal. Cree que las administraciones deben estar atentas: “Aunque cambios climáticos los ha habido en varias ocasiones a lo largo de la historia, y no se debe exagerar sobre lo que son ciclos naturales, no deben quedarse con los brazos cruzados”. Los virus se globalizan. “El incremento de las temperaturas va a favorecer el aumento de las arbovirosis (virus transmitidos por insectos o arácnidos) al permitir el desarrollo de sus vectores y su extensión a nuevas áreas geográficas. En España, los primeros mosquitos ‘Aedes albopictus’ se detectaron en 2004 en Cataluña, observándolos desde entonces a lo largo de la costa hacia el sur, aunque recientemente se han producido detecciones en municipios del oeste”. En las últimas décadas se ha detectado “un incremento de arbovirosis que se creían controladas, y su extensión a nuevas áreas geográficas, ocasionando serios problemas de salud pública”. También se han producido reintroducciones del paludismo en áreas de las que había sido eliminado. “En Europa, las arbovirosis neurotrópicas endémicas (encefalitis transmitida por garrapatas, la fiebre transmitida por flebótomos, la fiebre del Nilo Occidental y la fiebre de Crimea-Congo, de las que se sospecha un infradiagnóstico) han reemergido y se han extendido geográficamente. También se han introducido el chikungunya en 2007 en el norte de Italia y el dengue en 2010 en Francia, Croacia, y España en 2018”. De hecho, según Gestal, la posibilidad de epidemias de dengue (propia de climas tropiocales) en Europa “es cada vez más factible”. Otros factores son, según el doctor, “el crecimiento descontrolado de la población, la incursión humana en nuevos ecosistemas, el incremento de la movilidad de la población, el desarrollo de las comunicaciones que permite viajes más rápidos y el colapso de programas de salud pública y de control de los vectores”.