Camilo Rumbao Requejo

Hace miles de años, cuando los seres humanos todavía nos dedicábamos a cazar y recolectar frutos sin un lugar fijo al que llamar hogar, algunos lobos, quizás los más curiosos, amigables o hambrientos, se nos acercaron para no abandonarnos jamás. Sus descendientes son los perros de múltiples razas que hoy nos acompañan, producto de nuestras necesidades y caprichos. Sin embargo, algunos cánidos se han mantenido de forma muy similar a como eran sus antepasados. Es el caso de los dingos australianos y de otra curiosa especie, el perro cantor de Nueva Guinea. Ahora, un grupo de científicos confirma en la revista PNAS que esos extraños canes, capaces de emitir sonidos únicos que recuerdan por su armonía al canto de los lobos o las ballenas, siguen vivos en la naturaleza y aislados en las montañas. Camilo Rumbao Requejo nació un día de Reyes en Allariz con los sones de “Duerme Niño”, la canción de cuna que con los años, él y su amigo Manuel de Dios armonizarían y popularizarían como uno de los mas hermosos villancicos de sus respectivos y amplios repertorios navideños. Él es también como el dingo australiano, fuerte, sensible, armónico, decidido y de una agilidad mental muy notable. Camilo, que ejerció como profesor de música en primaria, primero en San Fernando y después en Salesianos, siempre ha llevado la música como algo inherente a su vida. En Aguiño, Ribeira y bajo los auspicios de Manuel Fraga, fundó un coro-rondalla infantil del que salieron discípulos que en la actualidad dirigen y participan en importantes grupos, orquestas e incluso dan clase en conservatorios y escuelas de música. Felizmente casado con Paz Pérez, tienen dos hijos, Alejandro y Mari Paz, y desde hace muchos años vive en su natal Allariz, donde desde su jubilación fundó un grupo músico-vocal que por su característica ha sido, hasta su reciente disolución, un fiel reflejo de lo que un hombre como Camilo, enamorado de la formación musical, puede hacer. Amigos de Allariz (nombre del grupo) estaba formado solo por hombres y casi todos mayores de 65 años; su música era fundamentalmente popular, de corte romántico y con mucha influencia de compositores gallegos y de países hispanoparlantes. Los ensayos eran una autentica delicia, por su organización y por el carácter que las voces de aquellos hombres imprimían cuando sus faringes ya mayores, pero repletas de sentimiento, emitían sus cantos, expresando los sentimientos que trasmitían mas allá de la simple lectura de una siempre fría partitura. En eso, ellos me recordaban la máxima de Manuel de Dios: “Disciplina y emoción”, algo que el carácter de Camilo Rumbao supo tan bien inculcarles. Nunca entenderé el porqué del final de aquella hermosa y ejemplar aventura que tanto significó y que personalmente, y pese a la incomodidad de la distancia para los ensayos, tuve el honor de disfrutar durante un corto tiempo y de una muy agradable experiencia. Camilo Rumbao a mí me recuerda a “Así en la tierra como en el cielo”, de 2004, película dirigida por Kay Pollak y protagonizada por Michael Nyqvist y Frida Hallgren. Fue un éxito de taquilla en muchos países y es la historia de un músico de prestigio internacional que, después de haber tenido un infarto durante un concierto con su orquesta, decide retirarse de su profesión y regresar a su pueblo natal. Allí, es convencido de dirigir el coro de la iglesia local, lo cual desata cambios emocionales en él, en todos los miembros del coro, en varios habitantes del lugar e incluso en el ministro de la parroquia. Camilo Rumbao, que es hiperactivo y organizado, no soporta la hipocresía ni la cobardía, le gustan los perros y todas las plantas, no le gusta el pollo y sí pintar, viajar a Benidorm y oír melodías de cine, es de desearle que en alguna ocasión podamos volver a sentir aquel especial sentimiento de oír cantar a sus Amigos de Allariz.