Rutas de val e montaña

Una caminata por el Monte Grande

Aspecto dunar de la inmensa montaña formada por las arenas procedentes de las plantas machacadoras de la cantera de Montegrande.
photo_camera Aspecto dunar de la inmensa montaña formada por las arenas procedentes de las plantas machacadoras de la cantera de Montegrande.
Hace pocos años un devastador incendio acabó casi totalmente con uno de los bosques de abedul o abedulares más extensos de la provincia en el llamado Monte Grande, acaso así nombrado por no tener categoría de sierra

Al monte Grande, además del devastador incendio, se le ha unido la erosión de una enorme cantera de un perímetro de casi 3 kilómetros, aunque  embargada hace años y en desuso. Montañas de arena de hasta 400 metros de perímetro a modo de dunas que quedan como relictos de una prosperidad minera a cielo abierto, sin uso, perdiéndose muchos millones por dejadez, abandono o plazos de la justicia. ¿Qué hacemos con estos áridos?

Por este panorama y el de la mitad de un monte quemado en su bosque, hoy pelado pero que la potencia de nuestro medio ha camuflado con el verdor de las plantas, sean tojos, carqueixos o  yerbas, que es lo que primero aparece después de un gran incendio, por su condición  de plantas pirófilas. Vamos a caminar una ruta que vale la pena con esos bosques de carballos de la falda norte-nordeste, los pinares del sur y el monte raso por el oeste y norte.

Cantera de Monte Grande

Saliendo desde una térrea pista poco antes de la arribada al alto do Vieiro por entre un terreno arado para replantar especies arbóreas por dos kilómetros, entramos en la gran cantera de Montegrande, clausurada desde hace unos años, por embargo, al cesar la actividad con el bajón de la construcción. Hace unos años grandes camiones ,volquetes,   buldozers y otra máquinas allí como varadas, que temíamos que fueran a oxidarse, pero al no verlas suponemos que habrán entrado en la subasta. Algo se recupera, pero más adelante dos enormes dunas de arena, una de un perímetro de 400 metros y otra de 300 quedan como exponente de la gran actividad de esta cantera. Ahí están sin aprovechamiento alguno en un manifiesto despilfarro  después de desgarrar la montaña, machacar el granito y dejar aquello sin reparación alguna esperando que la naturaleza se vaya apoderando de todo.

Impresionados, continuamos con la vista puesta en el Castelo de Celme o mejor de su emplazamiento, pero que debimos desistir porque no disponíamos de las suficientes horas de día y en la primera oportunidad a través de un antiguo cortafuegos de verde tapizado ascendimos y en el primer llano, a sol tibio aunque la hora temprana, empezaríamos la campestre comida que a fe que las del mejor restaurante no tan bien sabrían. Apetecía tomar la dirección sur porque la amplísima carballeira tiraba lo suyo y los obstáculos pocos para transitar por unas cuantas pistas herbosas y estos robles de escaso desarrollo por  la competencia.

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Tirando hacia la cima de este monte donde se sitúa la Fontesana, su máxima cumbre, daríamos con un gran cortafuegos que de norte a sur segrega el pinar de los carballos, en una caída precipitada y luego una subida que te lleva hasta donde un poste señala varias direcciones. Nosotros tomaríamos la del Foxo do Lobo, ya por ondulado llano. Cuando llegamos al Foxo era imposible la penetración por los  tojos que habían inundado la vía de acceso a este particular foxo que tenía cuatro entradas. A estos foxos, cortellos o lobeiras eran conducidos los lobos por todo el vecindario batiendo cualquier objeto sonoro para ir llevando al lobo a esa trampa y luego rematarlo a pedradas. Acceso, imposible ni por arriba ni por abajo lo que da idea del abandono de esa lobera sin que el concello donde enclavado envíe allá al menos una desbrozadora.

Pinos-Mámoas

Penetramos en un densísimo pinar superviviente del último incendio, de esos bosques que, a pesar de la aversión de muchos por los pinos ,tenemos que decir que por la especie del árbol de muy grato caminar bajo sus frondas, cuando de frente dimos con las mámoas sobre las que habían crecido corpulentos pinos, ahora talados que dejan ver esas protuberancias; los pueblos indígenas  antes de la llegada de los romanos enterraban en cámaras funerarias a sus antepasados, cámaras que se soterraban con esos  acúmulos de tierra que le daban el aspecto de un femenino pecho.

Continuando en dirección este, viraríamos a izquierda en dirección suroeste hasta en el segundo cruce a derecha para subir de frente; pista en muy buen estado como las pasadas que te lleva al mismo alto do Vieiro, al que llegarías después de sostenido descenso por un monte arrasado por el incendio donde antes dominaba un denso abedular; nosotros continuaríamos de suroeste a nordeste como más de 2 kilómetros  hasta empalmar en el tramo del comienzo para evitar esa distancia por carretera.

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