El proyecto Crece de Alcer enseña a los niños a convivir con la enfermedad renal crónica de una forma lúdica y divertida, a través de un campamento que dura una semana y cuyo epicentro está este año en Ourense

Campamento entre iguales

Treinta y seis niños entre los 8 y 17 años nadan en la piscina, se relajan en las termas, juegan, visitan catedrales, ocupan escaños en O Hórreo, pasean en catamarán, comen en un castillo medieval o descubren dónde se rodó 'La lengua de las mariposas'. Pero en su agenda de campamento de verano también hay espacio para las pautas de una medicación diaria y una alimentación saludable. Sus monitores les enseñan a autocuidarse pero sin perder de vista la perspectiva lúdica del verano.
Todos ellos conviven con una enfermedad renal crónica que les ha llevado desde muy pequeños a visitas de continuo al hospital o a someterse a un trasplante a temprana edad. Pero en el campamento del proyecto Crecer de la Federación Nacional Alcer (asociaciones para la lucha contra las enfermedades del riñón) todos son iguales. Todos han pasado o están pasando por lo mismo y se sienten arropados. 'Aquí me siento entre iguales y encuentro mucha comprensión porque todos pasamos por la misma situación', dice el joven de 17 años Carlos Masía Molina. Su experiencia ha sido tan grata que lleva desde 2005 participando .

Pese a que la reticencia de muchos padres a dejarlos vivir esta experiencia por una excesiva sobreprotección, tal como apunta el monitor Julio Bogeat, aquellos que participan -añade- es fácil que repitan e incluso se conviertan en monitores. 'Los niños no sólo se divierten con actividades lúdicas y educativas sino que aprenden y toman conciencia de los autocuidados que precisan para no poner en riesgo su salud, ya que se presta especial atención a las cuestiones sociosanitarias', explica Rosa Iglesias, coordinadora del proyecto y trabajadora social de Alcer Ourense, entidad que este año ejerce de anfitriona (es la primera vez que se organiza en Galicia).

Aunque entre los niños predominan los ya trasplantados, hay un pequeño y un monitor que precisan hemodiálisis en el hospital, además de otra niña con diálisis peritoneal (con máquina por la noche), de ahí que en la programación se haya contado con la colaboración del CHUO, además del Concello de Ourense, Castro Caldelas, Diputación, Xunta y empresas como Coren, Aceites Abril, Anpian y Renfe.

El campamento se retroalimenta de experiencias intergeneracionales, monitores y enfermos incluidos. Hasta el punto en que los más jóvenes dan lecciones de superación a los adultos: 'Los niños asimilan mejor la enfermedad, se reponen con más fuerza por toda su vitalidad', destaca el presidente de Alcer Ourense, David Gulías. Pero, sin perder de perspectiva las dificultades en el camino. 'Cuando a los nueve años me trasplantaron, me costaba mirar las cicatrices porque veía que otros niños no las tenían', dice el hoy adolescente Carlos Masía.

Él, igual que los otros 15 chavales mayores del grupo, entre los 16 y 17 años, enseñan a los pequeños 'que es la vida que te ha tocado y hay que estar lo mejor posible'.

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