Tribunales | Entrevista

Carlos Valenzuela: “Siempre he querido ser independiente"

Valenzuela Cameáns en una imagen de archivo (Foto: Miguel Ángel)
photo_camera Valenzuela Cameáns se jubila a finales de enero. En la foto, ayer en la sala de vistas de la Audiencia que tanto frecuentó. (Foto: Miguel Ángel)
El teniente fiscal de la Audiencia, que lleva nueve meses de jefe, se jubila tras 40 años en la carrera

Carlos Valenzuela Cameáns (Vigo, 1950) cuando accede a una sala de vistas enfunda la toga de su padre y un semblante circunspecto que impone respeto incluso a aquellos que lo conocen desde hace décadas. Pero su seriedad, a la que no concede excepciones en el estrado porque "al tribunal hay que convencerlo sin vacilaciones", y su voz grave contrastan con el otro fiscal, el cercano, bromista, ocurrente, amigo de la fiesta e hincha del Madrid y el Celta que tan bien conocen sus afines. Y hasta sus contricantes en  otros terrenos, los que pisaba cuando jugaba al fútbol sala en el Café Cudeiro.

A finales de enero de 2020 cuelga la toga que en su día perteneció al juez Carlos Valenzuela de la Rosa, tal como atestiguan el nombre bordado en el forro y las puñetas desgastadas por el paso del tiempo. Cumple 70 años y, aunque podría continuar dos años más, cree que ha llegado la hora de jubilarse.

El 24 de abril de este año, muy a su pesar, se hizo cargo de la Fiscalía de Ourense tras la marcha del que fuera jefe durante los últimos 15 años, Florentino Delgado, por los dos expedientes disciplinarios abiertos por la Fiscalía General del Estado al detectar conductas irregulares. Reconoce sin tapujos y entre risas que desde que ejerce de fiscal jefe provisional, ya que ostenta el cargo de teniente fiscal de la Audiencia de Ourense, “no me he encontrado a gusto ni un solo día”.

Valenzuela Cameáns se considera “un fiscal genérico”, bregado en todo un poco, al que no le gustan la burocracia, las labores organizativas y la faceta institucional que conlleva estar en primera línea. Un buen ejemplo es que nunca concedía entrevistas y le gustaría irse "sin ruido", aunque sabe que va a ser imposible porque ya hay organizado un homenaje (el 17 de enero en el Pazo da Almuzara en Boborás).

Casi toda la carrera de este vigués de la Plaza de Compostela está vinculada a Ourense -estuvo siete meses en Lugo como fiscal del distrito Monforte-Chanta-Quiroga pero en febrero de 1980 se vino para a la ciudad de As Burgas, en donde también fue fiscal de Menores-. Aquí se casó y aquí nacieron sus hijos. 

En su balance fin de carrera, habla de satisfacción, aunque reconoce que hubo casos más y menos gratos. Entre los primeros, entresaca la condena de José Luis Lamelas, el  asesino de la estricnina, un asunto penal especialmente complejo por el maquiavélico plan  desplegado por el culpable para envenenar a su vecino de Castro de Escuadro (Maceda) en noviembre de 2009 y porque a nivel jurídico no fue fácil. El TSXG anuló la condena basada en el veredicto de un jurado popular y hubo que repetir el juicio. 

Entre los sinsabores, menciona la investigación  a la cúpula de Benposta por supuestos casos de malos tratos psicológicos, un caso que finalmente quedó archivado. El mediático padre Silva, "que realizó una labor muy buena pero en un momento se vio desbordado", matiza Carlos Valenzuela, por la dimensión de su proyecto, lanzó en más de una ocasión dardos envenenados contra la labor del Ministerio Público.

En 40 años, fue testigo de "la evolución tremenda" de la Administración de Justicia -de juzgados por los que se colaba el frío y había que trabajar con abrigo a un edificio sin ventanas en O Couto-. De dos juzgados mixtos en el partido judicial de Ourense (civil e instrucción) a siete civiles y tres de instrucción en la actualidad.

El veterano fiscal nunca sufrió amenazas  aunque si admite "una pequeña molestia" a su entorno familiar, que se solventó con una  medida de alejamiento. Y asegura categóricamente que en toda su carrera nunca hubo presiones políticas ni absoluciones dolorosas.

En ese tiempo conoció a cinco fiscales jefes -Fernando Seoane, Ramón García-Malvar, Alfonso Vez Pazos y Florentino Delgado- y le gustaría sin duda que el siguiente saliera de la sexta planta del edificio de O Couto. Cuando se le pregunta por un nombre, cree que Julián Pardinas Sanz, el fiscal delegado de Violencia Doméstica, sería el mejor relevo. Pero, advierte: "Es un cargo que no solo depende de los méritos y trayectoria sino también de los apoyos y asociaciones, que son las que manejan el cotarro".

Él jamás se alineó porque detesta las etiquetas: "Siempre he querido ser independiente".

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