Crisis del coronavirus

La carta más triste de los restaurantes: “Cuando abramos nada será lo mismo"

OURENSE (ADEGA DAS CALDAS). 07/04/2020. OURENSE. Retrato de Pablo. propietario de Adega das Caldas, un restaurante que también ha tenido que cerrar debido a la epidemia del coronavirus. FOTO: ÓSCAR PINAL
photo_camera Pablo Domínguez, propietario del restaurante Adega das Caldas, delante de su local.//. FOTO: ÓSCAR PINAL
Ante el día después, los negocios hacen números y buscan soluciones para su viabilidad: "Hasta final de año estará la cosa jodida"

Dividen su tiempo entre el trabajo de despacho y alguna visita puntual a sus establecimientos para revisar que todo sigue en orden. La situación de los restaurantes es preocupante y tiene un futuro, de todo, menos claro. La mayoría de propietarios han optado por acogerse a un ERTE mientras esperan a que pase una tormenta sin precedentes. El temor a los números y al cambio en los hábitos sociales está presente. Echan en falta soluciones concretas y lidian con los fantasmas de la incertidumbre. Las ganas de regresar a la actividad se mezclan con la angustia de saber en qué condiciones lo podrán hacer.

"Hay dudas en todos los sentidos. Tenemos que pagar sin facturar nada. Las soluciones que se nos ofrecen llegan a través de préstamos, con intereses bajos, pero con intereses. La opción que nos dan es endeudarnos. Serán dos meses de cierre, más lo que venga después. Tendremos que mantener el mismo personal durante seis meses vendiendo, con suerte, la mitad... las cuentas son claras", analiza Pablo Domínguez, propietario de Adega das Caldas.

Mientras espera que acepten el ERTE que solicitó para los 20 empleados del establecimiento, visualiza un escenario complicado para ellos cuando se levanten las restricciones. "El trauma de pasar esto pasará factura. Y luego, la apertura paulatina, traerá consecuencias. Imagina estar cenando y que el camarero te venga a servir equipado con mascarilla y guantes. Parecerá que estás en un quirófano. El bienestar que producía estar en un local con tus amigos se va a reducir considerablemente. Y la propia recesión económica influirá. La gente se pensará dos veces salir a comer fuera", señala Domínguez, que estudia fórmulas como el servicio a domicilio o el catering  para "adaptarse a las nuevas circunstancias".

Soluciones alternativas

Son miedos comunes en el sector. Y soluciones de emergencia que, a más de uno, se le han pasado por la cabeza. Es el caso de Gonzalo Carballeda, de la Parrillada Río, situada en la calle Ervedelo. "Estuvimos trabajando a domicilio al comienzo de esta crisis, pero vimos que lo de la moto funcionaba medio bien solo el fin de semana y era peligroso para el motorista. Decidimos que no valía la pena. Nos la estábamos jugando para muy poco. Hubo que ir a un ERTE con las siete personas que estaban aquí trabajando. Hemos tenido la suerte de que el arrendador nos perdonó abril. Luego, el resto de gastos están ahí. En hostelería haces un mes para pagar el anterior. Los proveedores lo entienden y todo el mundo está poniendo de su parte", señala el encargado.

Un problema circular. Los restaurantes son el final de un camino que une a varios profesionales. Todos están sufriendo. "La arrancada la veo difícil. El distanciamiento social existirá una larga temporada. Mi local es grande, no tengo problema para poner una mesa sí otra no. ¿Pero los pequeños? Tendrán dificultades. Además el pescadero deja de vender, el carnicero igual, el de las patatas... Me decía uno, 'es que el 80% de mis ventas como proveedor son a restaurantes'. Se escucha que la gente lo primero que hará al terminar la cuarentena es ir a los bares y restaurantes. No lo veo nada claro. Habrá temor y el palo económico para los ciudadanos está siendo muy grande", afirma Gonzalo Carballeda.

"influirá la recesión económica para salir a comer fuera de casa", apunta Pablo Domínguez, de Adega das Caldas

Ourense. 07/04/2020. Reportaxe sobre os negocios pechhados. Na foto Pablo, o dono do Bodegón Antiga Leiteira no barrio de Canedo.
Foto: Xesús Fariñas

Pablo Otero, en su restaurante Bodegón Antiga Leitería. // Xesús Fariñas

Por eso algunos propietarios ya se darían con un canto en los dientes si pueden salvar la campaña navideña. Es el caso de Pablo Otero, encargado de del Bodegón Antiga Leitería. "Aquí seguimos, esperando y siendo conscientes de que cuando abramos nada será lo mismo. Hice un ERTE a seis trabajadores, a los que hay que sumar otros tres o cuatro que tenía temporales. Creo que la gente va a salir menos, se cortará al ir a sitios con afluencia... Hasta que deje de haber contagios o aparezca una vacuna o un tratamiento. Calculo que hasta finales de año la cosa estará jodida de verdad. A ver si conseguimos recuperar la normalidad en Navidad, que es una época muy fuerte y de mucho trabajo", señala Otero.
Esperanzas que dependerán de "cuanto abran la manos las autoridades cuando comiencen a levantar las restricciones".

La mayoría de negocios han optado por acogerse a un erte, mientras esperan que mejore la situación

Temporada estival

Para otros negocios, la época fuerte llega con el calor y las celebraciones. Pendientes del reloj y el calendario está David Rodríguez, de O Pazo de Canedo, sin separarse de un teléfono que últimamente trae noticias muy mejorables. "Tenemos todo paralizado y estamos cancelando eventos que teníamos en abril, que es un mes perdido. Y con miedo por como pueden venir mayo y junio. Todos somos positivos pero, claro, la realidad es la que es. Además de comidas, tenemos celebraciones. Bodas, comuniones... Es más complicado al concentrarse mucha gente. Y llegamos a una época fundamental. La gente está con el temor. Más que cancelaciones tenemos aplazamientos. Bodas que pasan para el 2021, por ejemplo. Lo principal ahora es la salud, pero por ahí viene una crisis muy gorda", señala.

Comuniones y bodas, a punto de llegar a su temporada alta, corren peligro por el miedo social que puede surgir

Problemas comunes y preocupaciones añadidas dependiendo del tipo de establecimiento y las especialidades que trabaja. Son momentos para esperar en la trinchera mientras se libra la batalla sanitaria, la principal. En eso coinciden todos los propietarios. Y también en que, cuando esto pase, tocará afrontar una guerra económica que no será sencilla. Tendrán que evitar atragantarse con los números.

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